Mota

Cuatro hermanas y un hermano ante la evidencia de lo obvio juegan un juego macabro. Y mientras juegan, reconstruyen un relato extraño, lleno de ausencias que son presencias, de cuerpos que se nombran, de nombres de cuerpos que no están, de espacios vacíos que se huelen. El viejo caserón donde cada uno ocupa y desocupa espacios se vuelve ese lugar donde se va revelando un pacto de sangre que no es del todo roja, que se ha mezclado con otros elementos, monstruosos, innombrables, dando origen a otro tono, más denso, pero tan potente que obliga a mirar, escuchar y oler…porque cuando todo se vuelve insoportablemente obvio, los secretos se cuentan y ya no queda más opción que aceptar el suelo bestial sobre el que están parados

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