Tangos Capitales

WORK IN PROGRESS
Un cruce entre religión, psiquiatría y danza en clave de tango

Quién, si yo gritara, me escucharía entre las órdenes angélicas?
Y aun si de repente algún ángel me apretara contra su corazón,
me suprimiría su existencia más fuerte.
Pues la belleza no es nada sino el principio de lo terrible,
lo que somos apenas capaces de soportar,
lo que sólo admiramos porque serenamente desdeña destrozarnos.
Todo ángel es terrible.
Rainer María Rilke

Tangos Capitales establece un paralelismo entre los pecados capitales designados por la teología cristiana y los trastornos de la personalidad más frecuentes según las clasificaciones de la psiquiatría y el psicoanálisis.

Se trata de un trabajo en elaboración que avanza a tientas entre las sombras del inconsciente, recorriendo el camino que va del pecado al síntoma, del síntoma al castigo y del castigo a la purificación. El universo de deseos y oscuras pasiones reprimidas se proyecta en el exterior, tomando el cuerpo como pantalla de la vida psíquica. Así, la soberbia se equipara al narcisismo; la pereza, a la depresión; la avaricia, a los trastornos obsesivo-compulsivos. La ira se relaciona con la pulsión de muerte; la gula, con la anulación del otro; y la envidia, con la sensación de exclusión. Finalmente, en la lujuria se trabaja con la búsqueda de placer en relación con la muerte, la eterna pulseada de Eros y Tánatos. Los personajes bailan en las sombras de la subjetividad, allí donde el deseo se vuelve cuerpo.

Fragmentos de la Divina Comedia entre otros textos literarios ayudan a crear este entramado que aúna música y danza en una representación del mal que contiene su propia redención.

Tangos Capitales pone en escena despojos, cicatrices, fallidos intentos del amor. Una danza de afligidos y dañados, amos y esclavos destinados a la propia y mutua destrucción desde los abismos más oscuros del ser, desde lo más genuinamente humano.

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