Lisa y las fotos

El texto de Farace resulta tan fresco y sutil como engañoso. Una historia de amor co-protagonizada por fotografías que, paulatinamente, van adquiriendo el peso de la pérdida, del abandono, de la soledad. El personaje de Lisa monologa exponiéndose, ofreciéndose a los demás como en un reality show : se desnuda frente al ojo presente del espectador en un ejercicio catártico de aparente ingenuidad .

Sabido es que la cultura de la imagen desdibuja o desordena las coordenadas temporo-espaciales y colabora en la crisis de identidad del sujeto social; a la luz de esta observación decimos que en la piel de la joven conviven tres identidades: una Lisa que fue y que no reconoce (la de las fotos), una que es (la que está frente al espectador) y otra que será (cuando interprete a Julieta de Shakespeare). Atrapada en ese triángulo temporal el personaje, paradójicamente, sujeta con fuerza el recuerdo de un amor inexistente, mientras camina en los bordes de su propia desaparición.

La obra me atrajo por su aparente simplicidad, por la posibilidad de indagar en los vastos espacios abiertos que deja el relato, por su intimismo cinematográfico.

Cristina Gómez Comini

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