¡Sé tú Mismo, Pedro!

La vida no tiene sentido, hay que encontrárselo. Cada individuo es una vida. Cada uno busca su sentido.

Pedro no es una excepción, por el contrario trata de ser una síntesis.
Un ser humano es todos los seres humanos. Lo que le pasa a uno le pasa a todos.

Dado que la única certeza absoluta es la muerte; la vida, o sea el tránsito hacia aquella, es el enigma con que cada uno se enfrenta. Pedro se sumerge en este acertijo y sólo en el momento final del recorrido, en el sentido más borgiano del asunto, sabrá para siempre quien es.

Pedro parte de algún rincón de nuestra tierra y marcha al mundo. Allí, empujado por el destino llega a la cima de sus sueños, aunque sólo en el mundo irreal de la locura consigue alcanzar su objetivo. Tal vez el único espacio donde es posible sentirse triunfador.
El amor, la violencia, la traición, la hipocresía, la ambición, la alegría, el dolor, la comprensión y la muerte. Una mirada que inspirada en el Peer Gynt de Henrik Ibsen pretende invitarnos una vez más a la reflexión en la búsqueda de un porqué, de un para qué.

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