Los títeres de Federico

Desde niño hasta su asesinato, Federico García Lorca sintió pasión por los títeres, los muñecos y los "cristobitas", cómo él los llamaba. Inventaba historias que representaba en el "auténtico teatrito de muñecos" que le había regalado su madre; manipulaba títeres y muñecos hechos con distintos materiales: desde los planos de cartón a los de guante; investigaba sobre el teatro popular y la tradición de los muñecos andaluces; imaginaba que sus obras constituirían "Los títeres de cachiporra de Granada" e inclusive planeaba recorrer el mundo con estos espectáculos itinerantes. En Buenos Aires, presentó una versión de su magnífico Retablillo de Don Cristóbal manipulando él sólo a todos los personajes. En Los títeres de Federico nos centramos en esa pasión que atravesó toda su vida y los invitamos a asomarse a este mundo particular, no tan conocido, hecho de tradición y de transgresión, de ternura y de palabrotas que luchan "en la escena con el tedio y la vulgaridad a que la tenemos condenada" como decía el Poeta de su Retablillo.

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