La oscuridad de los oscuros

"Tal vez sea hora de desandar el camino de la sombra, del sueño, del otro lado,
de todo aquello que cuando amanecía creíamos muerto"

“En este momento podríamos descansar como dos vírgenes perezosas, sin temor al remordimiento. Pero estamos infectadas de él. Es una peste muda, que se reconoce en la llama de los dedos, al tocar, al rozar. Quisiéramos llevar calor, allí, donde se ausenta su latido.”

Palabras de Marcelo Subiotto:

“La vida es una continua resistencia al vacío de la muerte. Si lo otro de la vida es la muerte, cada fragmento de vida es una pequeña batalla ganada a la muerte. Nuestra singularidad surge de la multiplicidad de nuestras muertes. Vencemos la muerte del niño que ya no somos, de las relaciones que ya no son, de la lozanía, de la belleza, de la plenitud. El negativo de mi vida son todas mis muertes.”
Esther Díaz
La filosofía de Foucault

El texto citado no fue el punto de partida de este trabajo, lo encontré mucho después, pero sí sintetiza perfectamente la idea de muerte que circula en la obra. En un recinto indeterminado, un enorme cajón de madera de formas extrañadas, dos mujeres acompañan a un hombre a partir. Los vínculos entre ellos parecen ser muy estrechos, afectivos. Los tres se han convocado en este extraño lugar a la espera del momento de la partida y del adiós. Durante este tiempo Guillaume, el hombre, irá vaciando su cuerpo de palabras y dejando en Lou y Simone, las dos mujeres, una cantidad de paisajes poéticos y reflexiones alucinadas que constituirán el cuerpo de lo que en breve será su ausencia. Así, cuando finalmente parta, habrá quedado en el mundo de cada una estas mujeres algo inevitablemente vivo, surgido desde aquella muerte, un verdadero as de luz emitido desde lo más profundo de una oscuridad vital. El espectáculo pone una lente de aumento sobre el instante que pende entre el adiós y el cuerpo que no está, y describe de esa manera una multiplicidad de movimientos allí donde todo es aparentemente inmóvil. Se trata de un trabajo cuya mayor dificultad radica en la sencillez, en la simple pero difícil comprensión de que toda luz contiene en su propia esencia el germen de la oscuridad que la creó. No se trata de un espectáculo de hipótesis filosóficas, es algo mucho más sencillo, se trata de retratar algo que es inherente a lo humano y que tiene que ver con el movimiento continuo de las cosas, con la necesidad de finales para otros comienzos, de muertes para otras vidas y con el descubrimiento de que en esos momentos de oscuridad nuestros cuerpos decidirán nada más y nada menos si el trayecto de vida que nos toca permanecerá vivo o se extinguirá por cristalización.

El texto

La forma poética que se aborda desde el texto, es el resultado de una búsqueda personal cuyas mayores influencias vienen de la poesía, sobretodo del movimiento conocido como simbolismo. Se genera así una escritura en extremo “poética”, sabiendo perfectamente que ese procedimiento estará al servicio de la puesta en escena, donde finalmente tomará la forma definitiva. No es un lenguaje, creo, de acceso rápido para el espectador, pero tampoco está planteado de manera hermética, ya que no es el objetivo. En tiempos de devastación del lenguaje, de falsas velocidades y complicaciones sospechosas, intento forzar con el texto un tiempo diferente de comprensión, un exceso verborrágico que puede generar por su propia exageración, la risa y hasta el absurdo. Ese es el caso de los tres espectáculos realizados anteriormente: “Amores metafísicos”, “Noélicas”, “Coplas del cartonero masón”. En el caso de “La oscuridad de lo oscuro” intento una relación entre texto y espectador más cercana, donde sin perder ciertas formas poéticas anteriores, pueda crearse una identificación más directa con el tema abordado. También he sumado a la búsqueda de este lenguaje el formato de canción, una expresión que no es ajena o que no se agrega como forma extrañada al cuerpo textual.

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