Los disfrazados, otra vuelta al sainete criollo

Los habitantes de un inquilinato juegan al carnaval en 1906 y se preparan para el festejo de la noche. Están escandalizados con Elisa, la esposa infiel de Don Pietro, que sale con el compadrito Machín. Su marido fuma en silencio, y pareciera aceptar mansamente la situación.
Una anciana andaluza perdida, se refugia en la casa, y pone a prueba la solidaridad de los vecinos. Los inmigrantes se enfrentan con los criollos y se burlan unos de otros, llegando a peleas de tinte tragicómico. Entretanto los jóvenes coquetean con Rosalía, la belleza del lugar y compiten por ella.
Otro vecino, Don Andrés, filosofa sobre el sentido de disfrazarse en carnaval, ya que todos llevamos puesta una máscara, viviendo en la impostura y el engaño. Sobre el final, Don Pietro reacciona con fiereza y desencadena la tragedia.

En el sainete criollo, el gallego y el gringo son el reverso paródico de los criollos. No
son malvados, lo cual importaría una dignidad, son irrisorios, momentáneos y nadie. Se agitan vanamente, la seriedad fundamental de morir les está negada. Esa fantasmidad corresponde a las seguridades erróneas de nuestro pueblo con tosca precisión. "Eso" para el pueblo es el extranjero: un sujeto imperdonable, equivocado y bastante irreal. J. L. Borges

1 Histórico de funciones
2 Notas relacionadas