Marilyn Monroe último acto

Los personajes no se inventan a si mismos. Un ser humano como cualquiera de nosotros no se levanta un día y dice: “Voy a ser una estrella”. Más bien, los personajes son creados por el conjunto de millones de fantasías.
En la madrugada del 4 al 5 de agosto de 1962, alguien decidió terminar con la vida de Norma Jean Mortenson, bautizada para la eternidad como Marilyn Monroe.
Lo que el tiempo no se llevó -y los asesinos no pudieron arrebatarnos-es el retrato de una mujer brillante que logró reinventarse mil veces, que definió modas y estilos y que se convirtió en un ícono de la belleza, del encanto inefable que se resume en ese mechón de cabello que cae en el lugar perfecto, en esa mirada que nos parece cercana y a la vez inalcanzable, en esa silueta que se ve “en la luz tenue” y que, como supo cantar Nat King Cole, uno “apenas puede recordar”.

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