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Como punto de partida la excusa de un concurso de ciencias: los personajes derivan en un mar de propuestas, todas falibles, todas reales, todas anacrónicas. Hay algo en ese continuo proponer que se presenta peligroso, hay algo de lo que se dice que claramente está puesto para no decir nada. La superposición de realidades acecha. Y en un momento se empieza a filtrar de manera violenta. Cuando todo esté dicho solo quedará ver que la realidad está hecha de tantos pedazos como personas la cuentan, en ese momento el espectador podrá notar que quizá también es parte de ese espejo roto. Finalmente, la tragedia se desata, una tragedia que no huele a sangre, sino a soledad.

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