El pueblo de los Mellados

Humor e intriga se mezclan con sorprendente precisión.

Cuatro asesinatos perturban la vida de un pueblo. El Guardia Civil autóctono, junto a un alto rango y dos agentes en prácticas venidos de la capital, comienzan una investigación que altera más aún la vida de los lugareños. ¿Sospechosos?, los hay. Y un Santo, y un forastero, y una moza murciana, y un sin fin de personajes más. También un panadero, un campanero, un pescadero y un enterrador, pero estos son los muertos.

"Y sí, hay cuatro muertos y un alcalde, y la hija del alcalde, y un pregonero (Rafael, pobre) y el Doctor Pastor, (el sospechoso) y un extranjero, y un cura y un párroco de ahí. Y Ramiro y su señora, y Ramón y esposa y una chica de Beniel y un Santo (en el papel de Santo) y casi 200 personajes más... vamos, todo un pueblo".

Durante setenta minutos, el público permanecerá atónito ante un torrente casi compulsivo de situaciones que no harán otra cosa que provocar un derroche continuo de carcajadas.

La descripción de los personajes, de los espacios, la sucesión de los hechos, las notas al margen y el gran dominio de la palabra de este artista producirá en los espectadores un gran impacto vivenciando con todo lujo de detalles todo lo que acontece sobre el escenario.

El misterio, la intriga, las pesquisas también son un gran aliciente que hacen aún más interesante la puesta en escena.

Si el desarrollo es asombroso, más lo es el final, con el que queda desvelado el misterio en torno al que gira todo el argumento. Un final de los buenos: sorprendente e inesperado; pero eso aquí no lo podemos desvelar.

Un estilo fresco, cercano y distinto malabareando una buena trama llena de misterio y humor provocó que La Red Nacional de Teatros le incluyera en sus espectáculos recomendados.

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