La pieza de Franz

Podrán retirarse hasta 2 localidades por persona, el mismo día de la función a partir de las 10 h, en la boletería del teatro.

A principios de la década del 70, el Grupo de Acción Instrumental de Buenos Aires, formado por Jacobo Romano, Jorge Zulueta y Margarita Fernández, imaginó a la Sonata en Si menor para piano de Franz Liszt como un imán que atraía todo aquello que se le aproximara. A la vez dragón, anfitriona y huésped, su afán era el de excederse a ella misma. Ese afán la condujo a vulnerar sus fronteras musicales y a medirse con el teatro y finalmente con el cine. La Pieza de Franz es el fruto de esa genética voraz.
En La Pieza de Franz, la Sonata en Si menor no sólo absorbe a Vivaldi, Chopin, Beethoven, Brahms y al mismo Liszt-Mefisto, sino también a Debussy, Schönberg, Ravel, Satie, Scriabin, Cage, Berg, Mussorgsky, Cowell y Piazzola con acorde de Tristán incluido. Todas esas presencias habitan el interior de la Sonata que, a su vez, prosigue su propio rumbo hasta el destino final. El Grupo de Acción Instrumental presentó la versión escénica de La Pieza de Franz el 28 de junio de 1973 en el Teatro Coliseo de Buenos Aires, bajo los auspicios del Instituto Goethe y la colaboración de la Fundación Coliseum. Un año más tarde, en 1974, fue filmada en el mismo espacio y bajo los mismos auspicios. Ambas versiones nombraban tácitamente al mismo pianista protagónico, el gran Jorge Zulueta. En la versión cinematográfica se sumaba otra presencia coautoral: la del cineasta Alberto Fischerman, que agregó la envolvente política, permaneciendo fiel al lema con el que adhirió al Grupo: “… que el cine escuche a la música como un discípulo escucha a su maestro”. Cuarenta y cinco años después, la versión escénica actual exhuma la de aquella primera función a través de una memoria que oscila entre la recuperación y el reconocimiento de los signos del discurrir del tiempo. El espacio escénico de La Pieza de Franz se muestra ahora atravesado fugazmente por algunas figuras emblemáticas de las obras que jalonaron la década inicial de ese Grupo de trayectoria tan secreta como desconocida: la Gimnasta del arco (“Un avión caído en el baldío”), la Cena del señor Satie (“Erik Satie, gymnopédiste”), los Atriles derrumbados (“Encuentro con Arnold Schönberg”) y el vestido marchito de la Blanca jugadora de billar (“La femme cent- têtes”). Tales visiones convocan la presencia de la bailarina Ana María Stekelman, cuarto integrante del Grupo y creadora de sus coreografías.
En esta suerte de resurrección, La Pieza de Franz se ofrece como un díptico compuesto por la reunión de sus dos versiones –la escénica y la fílmica– que se complementan como los dos hemisferios de un mismo mundo. Si la restauración de la película se lograra de manera satisfactoria, la crónica de su prosecución podría cerrar el virtual programa de mano en estos términos: “La película que se proyecta hoy constituye un capítulo especial dentro del contexto de este proyecto de recuperación, un capítulo que podría dar lugar a un registro fílmico adicional. Tal registro sería quizás el último de los episodios de La Pieza de Franz. Pero esta es otra historia”.

Margarita Fernández, Agosto 2017

A la memoria de Jacobo Romano y Alberto Fischerman

Con la colaboración del Instituto Goethe y del Servicio Cultural de la Embajada de Francia.

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