Siempre es Tiempo de Llorar

Una vez más Merlis Producciones nos deja atónitos ante un drama extraordinario como complejo.
Una obra que se desencadena a partir de la tragedia de Cromañón, una excusa para abordar un tema
existencial, tan humano y tan temido al mismo tiempo, la muerte. Pero no cualquier muerte.
Roberto y Mónica se enfrentan al peor panorama que una pareja pueda atravesar, la pérdida física de su hijo Juan.
La historia nos muestra cómo el tío de Juan, Alejandro (hermano de Roberto) debe manejar la
responsabilidad de haber llevado a su sobrino y a su mujer al recital. Se topa con el sentimiento de culpa
y debe experimentar una vida sin sentido.
Tres personas, Roberto, Mónica y Alejandro, enfrentados ante el dolor, en busca de un culpable para
apaciguar el vacío de Juan que el tiempo no puede remediar. El tiempo nos ordena, marca pautas. Se
dice que hay un tiempo para todo. Desde la Biblia (El Eclesiaste 3) se nos anuncia que hay un tiempo
para llorar, para reír, para lamentarse y para danzar. El timing del tiempo es circular. Pero qué sucede
cuando el tiempo se torna insoportable ante la falta.
La obra nos invita a plantearnos inquietudes tan profundas como reales ¿Siempre hay un tiempo para
llorar? ¿Siempre, significa habilitado para llorar en cualquier momento? ¿Quién determina el tiempo de
llorar, el tiempo de reir? ¿Cómo es ese traspaso? ¿Implica aceptar la vida? De esta manera los
personajes van recorriendo el tiempo de la ausencia mediante el destape de verdades, como si la
muerte nos habilitará a ser genuinos, a ser más humanos.
Un libreto exquisito que nos cuenta cómo estos personajes abordan el vacío y la angustia que nos deja la
pérdida de un ser querido. Un recorrido por aquellas vidas que deben afrontar la irrupción ilógica e
injusta de la cadena de nacimiento, vida y muerte. Aquí la tragedia cobra un segundo plano para ser el
tiempo y el dolor el que ocupe el primer lugar. Ante el vacío, la angustia, el Dios Kronos se presenta en
su faceta más cruel, se torna pesado, denso. El tiempo se transforma en una gran esfera de nostalgia
que rueda hacia adelante. Es que el tiempo no se detiene. No para.
Tenés que ser parte de esta historia que te invita a ver la vida y la muerte desde otro lugar.
ANABEL RETA - Periodista

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