Viejas Pánico

"Viejas Pánico" es un homenaje a esa última amistad. La que hacemos con desconocidos cuando estamos en el último tramo de la vida.
En este caso, dos ancianas en un lugar indeterminado, tal vez geriátrico, a la espera de que las vengan a buscar para concretar un proyecto.
La obra se aproxima al teatro del absurdo: la ruptura de la cronología vinculada a algunos síntomas de la ancianidad (demencia senil y alzeimer); la incomunicación, ya que aunque parezca que dialogan, cada personaje está en su propia soledad, encierro, aislamiento; la sensación de que la vida no vale nada. Si bien las dos protagonistas han tenido vidas interesantes de clase media, terminan abandonadas en un supuesto espacio - residencia, a la espera de que las vengan a buscar. Como en Esperando a Godot, no se sabe quién vendría a buscarlas para la concreción de ese proyecto en el cual ellas han invertido sus últimas energías. Al final, quizás, venga la muerte.

La obra pertenece a una estética teatral propia del autor y director, denominada "Teatro de la Vida", porque es un teatro que pone el acento en el potencial de cada personaje para asumir sus circunstancias, el conflicto está en la propia superación de sí mismo, más que el conflicto con los demás o con el entorno.
El final está representado como un traspaso a una vida mejor, y por lo tanto tiene características festivas.
La intención dramatúrgica y de puesta es rendir un homenaje a la generación de nuestras madres, que han sido mujeres aguerridas que asumieron transformaciones históricas importantes, que nos criaron para la vida y que, en estos tiempos, terminan sus días en un hogar, al amparo de una institución.

Como criterio de puesta en escena hay un espacio central donde las mujeres están sentadas, esperando. Entre ellas se generan distintos niveles de diálogo, a veces suenan como un solo personaje construido por dos seres diferentes en absoluta sincronía. Cuentan la historia de otras mujeres que es su propia historia.
Es un espacio casi desnudo, donde prima el blanco. Ellas están vestidas con camisones que parecen uniformes de un establecimiento de mediados de siglo pasado, más parecido a los viejos patronatos. La acción es la espera. En algún momento aparece la baraja de cartas como acción para transcurrir el tiempo y a la vez, como una metáfora del destino.
La escenografía es un banco y un árbol. En el árbol se van colgando objetos que remiten a las estaciones del año y a los momentos del día
La obra está dividida en 5 episodios en los cuales se mezclan diálogos y monólogos, a través de los cuales vamos descubriendo distintas facetas de los personajes. Nunca sabremos si los personajes que referencian son reales o producto de sus alucinaciones, de sus recuerdos confusos, que se arman al azar. Los episodios se unen por el canto, ya que aparentemente en el hogar participan de un coro y estas canciones devienen del folklore latinoamericano y de culturas importantes en el crisol argentino. Las canciones son: "Canción para dormir un niño", en mapuche; "La Rianxeira" en gallego y "A la una yo nací", proveniente del sefaradí. Se canta también "Cambalache", "Amarraditos" (vals peruano) y "Cielito lindo" (México).
El autor y director Luis Sampedro ya ha realizado esta obra en Madrid. Y estamos logrando hacerla en Mendoza con el apoyo del INT, con compañeras y compañeros del teatro y de la vida, hecho que conlleva un significado artístico, un sentido afectivo y un signo de reconocimiento y homenaje.

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