Clausurado por ausencia

La muerte de Juan Radrigán en octubre del año pasado transformó inevitablemente a Clausurado por ausencia en un homenaje a su autor, por ser el primer estreno suyo tras su partida.

Tres personajes esperan inaugurar un memorial para detenidos desaparecidos, en donde se reúnan los restos de los que han sido encontrados e identificados. Pero la espera se alarga. Las postergaciones se repiten. ¿Hasta cuándo? ¿Viven lo mismo una y otra vez? ¿Están locos? ¿Están muertos?

En la obra Radrigán dispara contra todos. Contra las autoridades que no se han hecho cargo del tema. Contra la indiferencia ciudadana. Contra las víctimas que “resistieron el acoso y la tortura, pero que no resistieron la libertad, y fueron hechos polvo por las vitrinas, la nostalgia y las divisiones partidistas”. Y agrega: “No busquemos culpables: podríamos llegar a nosotros mismos”.

“Para mí la puesta en escena de un texto de Juan requiere que uno como director se retraiga un poco. El acento está en las actuaciones y el texto. Y si algo he querido subrayar del texto es lo lúdico. Hay momentos de humor hilarante, desquicio genial, desenfreno y luego una caída a la desolación absoluta”, cuenta Francisco Krebs, director del montaje.

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