Que desgracia tan infinita

Qué desgracia tan infinita, una obra para reírnos de nosotros mismos. Los cuarenta años son un punto de quiebre en la vida de cualquier ser humano. A los cincuenta, viene el quiebre completo. Ese es el tema central del monólogo de humor Qué desgracia tan infinita, escrito y dirigido por Diego Trujillo, y en donde el comediante es quien le cuenta a los espectadores sus experiencias con la mediana edad.

La verdad es que todos estamos expuestos a esa dictadura de la edad. A los veinte años nos reímos de ese tío o de ese amigo que ha comenzado a comprar tratamientos contra la calvicie. A los 30, puede que aparezca esa primera cana que da el campanazo de alerta. Todo se puede manejar con relativa calma, hasta que en el ponqué del cumpleaños aparece el número 40 y empezamos a ver en el horizonte la inminencia del declive.

Descripción: Fotos: Juan Pablo GutierrezEs entonces cuando a los hombres los asedian con advertencias sobre el comportamiento de la próstata. Cuando una pizza a media noche es el preludio de una noche infernal y de una semana en la que la barriga delata el exceso de calorías. Cada día aparece una nueva señal que anuncia lo inevitable: estamos envejeciendo. Al llegar a los cincuenta, solo se puede exclamar: Qué desgracia tan infinita.

La obra es en realidad divertidísima. Diego Trujillo tuvo buen cuidado en seleccionar anécdotas y situaciones con las que cualquier espectador se puede identificar fácilmente. Es tanta la empatía que ha alcanzado con el público, que en más de una ocasión ha tenido que interrumpir la función porque las carcajadas de alguno de los presentes les impiden concentrarse a los demás.

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