La dama del mar

LO QUE ATRAE Y ESPANTA AL MISMO TIEMPO La dama del mar es una obra extraña y misteriosa. Tal vez mucho más atractiva por lo que sugiere que por lo que explicita. Mario Soffici realizó una adaptación cinematográfica, estrenada en 1954, reemplazando los fjords noruegos por escenarios de Quequén y Mar del Plata. Fue una película que quedó perdida en la filmografía del prolífico director. El descubrimiento azaroso de este cruce entre Soffici e Ibsen se convirtió en el principal motor desde donde establecer un punto de partida para esta versión. Ese hallazgo nos permitió elaborar la dramaturgia a través de capas temporales, espaciales y narrativas superpuestas, quizás algo no tan diferente de lo que le sucede a Élida con su pasado y su inconsciente. En definitiva, apropiarse de un clásico es también entrar en ese diálogo infinito con aquello que irradia y pensar cómo nos interpela hoy.El objetivo de la puesta en escena fue generar una maquinaria teatral que ponga y exponga de forma lúdica, por un lado, la trama central de La dama del mar y, por el otro, el desvío hacia el universo del cine argentino de los años cincuenta, sus procedimientos y un anecdotario apócrifo de chismes en torno a la filmación de aquella película. ¿Cómo es que un director de cine decide hacer una película y no otra? Un misterio. ¿Existe la casualidad en estas elecciones? Y nuevamente la pregunta sin respuesta: ¿Por qué Soffici hizo esa adaptación? Este interrogante finalmente no es más que un MacGuffin hitchcockeano (un elemento de suspenso sin relevancia que hace avanzar la trama) que propone elaborar distintas hipótesis más cercanas al terreno de la imaginación y el juego que al de la veracidad histórica. Es que son finalmente el ensayo y los modelos de representación los que me han resultado atractivos para trabajar, haciendo hincapié en evidenciar la artificialidad de la construcción de ficción, exponiendo sus convenciones en escena, cómo así también la caótica y bizarra mezcla de los cruces de los universos planteados y finalmente su deconstrucción.Sin embargo, hay algo entrelíneas en el texto de Ibsen que me cautiva y está asociado a un lugar irracional de la obra, ligado más bien a un potencial psíquico-fantástico, a la opacidad de lo que sucede en la pieza si se quiere. Un lugar oscuro y oculto, aquello que es difícil de entender y de nombrar, eso que atraviesa misteriosamente al personaje de Élida generando las reacciones más diversas en quienes la rodean: lo que atrae y espanta al mismo tiempo
1 Histórico de funciones
1 Notas relacionadas