Cuántos muertos hacen una matanza?

Una visita al Museo del Amor

La desesperación, la repetición y el inicio son las escenas del Museo del Amor. El Museo las presenta, las discute, las comenta, pero algo los interrumpe a cada tanto. Suena un teléfono: “¿Hola?”. Nadie contesta. Unas canciones se ofrecen como aperitivo antes de la siguiente exhibición. ¿Qué es el amor? El amor es una canción. Pero no todos los miembros del Museo lo aceptan. Quizás el amor sea un juego acrobático. “Podrías haberte conseguido un trabajo todos los días si tanto decís que me querés”. Ah. El dinero. El amor es anticapitalista. Alguien llama y le ordena algo al Director del Museo del Amor. La vuelta. El Museo se desarma pero algunos prefieren quedarse. “El amor es una institución social”. ¡¿Cómo?! No hay nada privado ni particular en su experiencia. Jamás lo hubo. La Muñeca se disloca, intenta hablar, recupera frases: no me lo dirías si no lo sintieras porque esas cosas sólo se dicen si se sienten. ¿“Me calentás” es igual a “te amo todo toda”? Hay que desarmar la institución “amor” para dejar que otros flujos nos atraviesen y dejemos de pensar en la soledad, el abandono, la frustración. Jamás hubo ninguna media naranja para nadie, sólo ciertas formas sociales de atrapar y fijar el flujo libidinal para perpetuar el orden social. “Estamos condenados al éxito”. Que dios nos ayude.

Ejes – Conceptos, por Horacio Banega:
El amor es una escena del amor. Teatro y amor van juntos desde siempre en su armado de escenas. Pensar la escena de la escena del amor es pensar la escena teatral como el encuentro momentáneo, efímero, donde algunas veces se logra conexión consigo mismo, con los otros actores, con el público. ¿No sucede lo mismo con el amor? A veces nos conectamos, a veces no. ¿Es posible tener un solo punto de vista sobre el amor? ¿Es posible construir un solo relato sobre el amor? ¿Qué pacto tengo que establecer con el espectador para que me crea algo que diga sobre este tema? Las afectividades modernas han disuelto en el líquido las viejas instituciones sociales y se las han reapropiado para distintos usos. ¿Porqué los gays quieren ser como cualquier familia? ¿Porqué las mujeres, teniendo tantos órganos sexuales, van a definirse a partir de la envidia del pene? ¿Cuántas veces se enamora uno por día? ¿Diez? ¿Una? El sueño hippie de la sexualidad libre ¿fracasó? ¿Cuántos moteles hay por cuadra? Todo esto en distintos niveles de representación, al infinito, hasta llegar al balbuceo, a la música sorda, a la imagen despojada, al espacio vacío, donde no hay nada y sólo se llena con los actores.

Esta obra cuenta con subsidio del INT y de Proteatro.

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