Las tres caras de Venus

Leopoldo Marechal, uno de nuestros escritores, por tan argentino,  más universales, novelista extraordinario y gran poeta, es, también uno de los autores paradigmáticos del Teatro Nacional Cervantes. En éste se estrenó en 1951, dirigido por Enrique Santos Discépolo,  Antígona Vélez, uno de los textos mayores de la historia teatral  argentina.

Las tres caras de Venus, además de por la sugestión de sus ideas, nos sorprende por la intuición y el oficio  del comediógrafo: un Marechal lleno de ingenio y espontaneidad, siempre, entre la gravedad y el humor  desenfadado, entre las formas clásicas de la comedia brillante y las transgresiones vanguardistas. 

Marechal, casi un Bernard Shaw converso,  al contarnos la lucha de los sexos nos da una perspectiva insólita del “sexto día de la creación”, un génesis en el que  Adán obstinado en la recuperación de su costilla, conciente de que la adoración y el impulso amoroso son ciegos y que con la criatura enemiga  hay que abrir los ojos del intelecto, le presta  sus propios rasgos, la tiñe con sus propios colores e intenta sujetarla a sus leyes, es decir, la hace a su imagen y semejanza.

La conclusión de esta comedia brillante es tan sugestiva como reveladora: de la  confesada vocación de Marechal  por la farsa y la paradoja.

 

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