Crisálida

La mayoría de la obra transcurre en un gran tejido en forma de telaraña elástica construida con elementos descartables y compuesta por más de 10 bailarines: seres de máscaras sin rostro y mujeres peladas. Ambos conviven en el entretejido del mundo, dialogan, se cruzan, se ignoran, se perciben, se molestan, se provocan y se asustan. Se impactan, una y otra vez, hasta que por fuerza de repetición, los cuerpos dejan de ser cuerpos para convertirse en insectos de varias cabezas. En esta simultaneidad de impresiones, no hay presente a partir del cual fijar un punto de referencia, por lo tanto, no hay eje, ni un Yo, ni siquiera una verdad orientadora. Se trata de la síntesis misma, la síntesis inherente a la naturaleza, cíclica, recursiva, que nos impide vislumbrar el principio del fin porque todo final es un comienzo y viceversa.

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