Melody spring

Suite de soliloquios elegíacos para Juan Gelman

¿Recital de poesía? ¿Poesía teatralizada? ¿Perfomance poética?
¿Espectáculo poético? ¿Homenaje? ¿Panegírico? ¿Celebración?
Todo y nada de eso. Todo y nada. Utópico intento de estallido original que, a partir de una materia singular, la de Gelman, Juan, bañe de belleza la nada previa. Big Bang Gelman, que, al final impensado del tiempo, colapsa por la fuerza de su energía, se condensa y, después, la nada. Big Bang Vida, que se celebra en la despedida y en el inicio de la espesa eternidad.

Sinopsis

Todo sucedió esa tarde en Melody Spring, pueblo de miserables. No hubo casa para el difunto, no hubo espacio que lo pudiera albergar, no; solo quedaba la cantina del pueblo, y allí fueron todos los que lo amaron en secreto y no, allí fueron todos los que lo odiaron en secreto y no; allí fueron para lavar, con rosas y limón, a ese ser infinito que los abandonaba. A ese ser infinito que anidaba más allá de sus pieles.

A propósito de los poemas de Sydney West

Cada tanto visito estos maravillosos textos de Juan Gelman, reunidos en el libro Los poemas de Sidney West (1968-69), y cada tanto decido hacer algo con ellos. Toda la obra de este poeta siempre me ha cautivado desde que un primo querido me regaló una bella recopilación, hace ya muchos años. Pero este libro en particular, estos textos pertenecientes a lo que junto con Los poemas de John Wendell (1965-68) y Los poemas de Yamanocuchi Ando (1968) son sus “traducciones”, han resonado en mí con una fuerza que intento a veces explicar de una manera certera, pero que supera, con creces, cualquier esclarecimiento ilustrado que yo pueda esbozar. Mi primera insolencia con algunos de estos maravillosos poemas fue en 1987 con la obra Lamentos, pieza fundante de la compañía y que dio, además, con motivo del estreno, el nombre que esta lleva y que fue tomado de uno de estos escritos. Este espectáculo intentaba dar cuenta, a partir de tres personajes rechazados por los habitantes de un pueblo, de la “historia no oficial” de una sociedad: la historia de los marginados, los desplazados y olvidados.
Luego, en 2006, volví a utilizarlos en Un cuartito (un ambiente nacional), obra estrenada en el Teatro General San Martín, donde se narraba la historia de los golpes de Estado de nuestro país y donde estos textos se erigían en una voz singular que se contraponía a la narración general del atroz relato de las interrupciones cívicas que sufrimos.
Por último, presento ahora, junto con la compañía, algunos de estos textos en un petit espectáculo que creo intenta, primero y por sobre todo, homenajear a este valioso y admirado poeta fallecido el año pasado y, a partir de su figura y con su permiso, a otras preciosas personas que nos dejaron pero que siguen presentes en nuestras vidas de una u otra manera.

Diego Starosta

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