Vértigo

Que desaparezco, que no soy, que me diluyo.

VÉRTIGO habla sobre el amor y sus encrucijadas. Rozando lo erótico y lo obsceno, la obra se centra en los vínculos contemporáneos en relación a nuevas formas de amar.

MIRADA DEL DIRECTOR

Pienso en lo que va sucediendo con la forma de relacionarse y el vínculo con el amor. Parece que el posmodernismo ha cambiado muchas cosas, entre ellas nuestra mirada como sujetos individuales ante la relación de pareja. Noto sin embargo que existe un intento, un gran esfuerzo, por mantener vivo algo del romanticismo, como si estuviéramos tentados a fundirnos con el otro y perdernos en él. Es extraño, por un lado veo una lucha por mantenerse separados, ser en sí mismo, y por el otro la necesidad de construirnos en aquel que deseamos. ¿Sera acaso que nuestros sentimientos estarán gobernados por algo más de lo que sentimos en lo más íntimo? Me pregunto cuál será el transcurrir de esta forma de pensarnos y si existe la posibilidad de amarnos.

SOBRE EL CAMBIO DE PARADIGMA

Ante la crisis de este paradigma romántico, pensamos que para reinventar el concepto del amor, tenemos que también reinventar al concepto del individuo. Creemos que la construcción del individuo contemporáneo abraza la diversidad para reafirmar la identidad del sujeto en cuanto a su singularidad.

Nos resulta interesante reflexionar sobre la posibilidad de que el amor se trata de una separación o una disyunción, que puede ser la simple diferencia de dos personas con su subjetividad infinita, el confronte de dos figuras, dos posturas de representación diferentes. De este modo abandonaríamos el ideal romántico del UNO que opera por identificación con el otro y construye una identidad del ser, en la que uno de los dos se perderá en la absorción del otro. En el momento en que lo Dos se puede mostrar, va a entrar en escena como tal y experimentar el mundo de una manera nueva, no puede, sino más que tomar una forma azarosa o contingente. Es lo que se llama el encuentro.

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