Dido, Reina de Cartago

Dido también era conocida como Elisa de Tiro. ¿Pudo Marlowe, con su primera obra, tratar de elogiar a la Reina Isabel por no ceder a las presiones del Parlamento para casarse? ¿Pudo, con Dido como pretexto, ilustrar al pueblo británico sobre las nefastas consecuencias de sucumbir a presiones para elegir a un marido indigno de serlo? Las tensiones que provocaba la soltería de la Reina Isabel se agudizaron con el tiempo y es probable que Marlowe tratase de hacer ver al pueblo que el verdadero matrimonio de Isabel era para con Inglaterra.
Los clásicos tendrán siempre una proyección contemporánea que nos hace reflexionar sobre el papel de los dioses y su destino. Los dioses son frívolos caprichosos y los humanos, como Eneas, capaces de renunciar a todo para cumplir con el destino impuesto. Pero, ¿hasta qué punto los dioses dictan el destino? ¿Quiénes son los dioses? ¿Y el destino?

La trama es la siguiente: Ganimedes, príncipe de Troya, guapo entre los más guapos, símbolo del ideal de belleza y del amor homosexual, se queja ante Júpiter del trato que está recibiendo por parte de Juno (mujer y hermana de Júpiter). Para los romanos Júpiter era lo que Zeus para los griegos. Venus implora resentida a Júpiter para que salve a su hijo Eneas, pues la flota troyana ha quedado atrapada en una gran tormenta orquestada por Juno. Eneas logra llegar a la costa de Cartago tras la caída de Troya y refugiarse allí por un tiempo. Venus insta a Cupido a provocar el enamoramiento de Dido y Eneas. Disfrazado de Ascanio, Cupido se dispone a realizar su misión. Dido es una mujer de carácter hasta que Cupido logra su objetivo.
Desde ese momento, su dependencia de Eneas será cada vez mayor. El amor entrañará pues consecuencias fatídicas

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