Si no fueras tan común

La abuela de Isabel recibe una carta, es de su nieta. Lo que vemos es lo que la abuela se imagina mientras lee: cómo sería si en lugar de haberla escrito, Isabel se la estuviera diciendo. Algo parecido a la imagen que se nos aparece en la cabeza del otro cuando nos habla por teléfono, pero en cuerpo completo.

La casa vacía, un hombre que se fue, una vela encendida. Un olor viejo en la nariz, un ruido nuevo en la panza, las heridas. Isabel se reconstruye como una y se reconoce otra. Vos también me hablabas de eso, ¿te acordás?, de que en una mujer en realidad viven muchas. En la carta, las palabras son como enredaderas. Ella intenta explicar por qué va a hacer eso que va a hacer. En el intento, Isabel se deshoja y reverdece.

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