Así vienen los barcos, así los cardos rusos

En un pueblo del desierto rionegrino, hombres y mujeres resisten amando y reclamando sus tierras. En medio de esta polvareda de cansancios, lo primero en llegar es el insoportable olor. Olor a mar dicen unos, olor a problemas dicen otros. El pueblo se alborota y la locura aletea sobre sus cabezas. El misterio se devela: está llegando un barco a Maquinchao. Cada cual se sumerge en sus propios misterios y fantasías. ¿Un barco? ¿En el desierto? ¿Qué busca? Demasiadas preguntas y, como siempre... pocas respuestas

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