Criatura de Dios

Una criatura de laboratorio. No sabe nada, no recuerda nada, no sabe quién es ni qué es. Está absolutamente sola y perdida. A pesar de todo, un impulso inexplicable (tal vez el miedo, tal vez el dolor) la lleva a la acción. Así comienza el descubrimiento del mundo que la circunda. En el intento de dar sentido y nombre a lo que la rodea se pone en marcha el mecanismo de una memoria milenaria.

La linealidad de la historia que se desenvuelve frente al espectador encubre distintos fragmentos con un desarrollo dramático acabado en los que el personaje se verá asaltado por imágenes provenientes de otros tiempos, momentos que no están en su conciencia y que lo moverán a juegos y acciones que desarticularán la línea del relato.

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