La vida es sueño

Incluye versos de "El gran teatro del mundo", del mismo autor

Público: mayores de doce años

Entre los siglos XVI y XVII hubo un teatro nacional tan fuerte que pudo hasta dar forma a un idioma: el nuestro. Único en la historia por cantidad de obras y autores, y por entusiasmo de su público, si de elegir una pieza se tratara, pocos dudarían en escoger la que aquí presentamos.

Enraizada tanto en la tradición judeo-cristiana como en leyendas orientales y coplas del pueblo, la historia de Segismundo se monta en una cascada de versos castellanos que mitigan por belleza y con algo de humor la herida que muerden: la de nuestra libertad mal usada, nuestra prepotencia, nuestra soberbia, nuestra desvalidez, nuestra falta de confianza en los otros, nuestro engaño acerca de nosotros mismos. Podamos, como este vapuleado príncipe, acaso al final del camino, encontrar el bien, como quiera sepamos percibirlo.

El texto que escenificamos respeta con escasas modificaciones y supresiones el de la primera edición, de 1636.

El autor que se divierte por un rato en la concreción de una fantasía, una muchacha deshonrada que travestida en hombre atraviesa un continente, un entrometido gracioso, transgresor y siempre hambriento, un príncipe de alma pura criado como un animal, un ministro carcelero que carga un pasado sentimental, un galán ambicioso y donjuanesco, una princesa que cumple a rajatabla su papel, un rey obnubilado por sus búsquedas esotéricas y un soldado con ímpetu destituyente componen esta fábula poética, cargada de filosofía y de humanidad sensible. Al encarnarla, los actores egresados de la Escuela Pedro Escudero de Morón asumen varios y grandes desafíos; entre ellos, la obra más emblemática del Siglo de Oro montada en la profusión barroca de nuestro idioma en su esplendor. Si salen airosos, veinticinco siglos de teatro clásico los seguirán reclamando. Así sea.

1 Histórico de funciones