Y me vino un blanco

Una chica que, en busca del amor y envuelta en una burbuja de ilusiones, nos muestra las inseguridades, los complejos, los miedos, la desesperación por llegar a ser como las demás, dejando en evidencia un modelo social femenino cada vez mas alejado de la verdadera esencia del ser humano. Por momentos el personaje despliega una doble cara de su personalidad, en la que se refleja un juego de opuestos entre sus pensamientos y sus actos, desencadenando finalmente en la locura que se impone en toda su magnitud.

A través del guión, Gabriela Kala nos acerca una historia dramática, con pinceladas de humor, en la que todos en algún episodio nos sentimos identificados. Por momentos haciéndonos reír pero también invitándonos a reflexionar acerca de la importancia y las consecuencias de nuestras acciones en la vida cotidiana.

Dice Griselda Gambaro: "el espectador que va a ver una obra de teatro siempre obtiene una reparación mediante el arte, que te marca que hay otro que tiene tus mismas preocupaciones o tus mismos dolores, ese compartir solidario que produce una sanación. Uno no recibe solo la anécdota, recibe algo mas allá de lo que se cuenta. Esa sanación es salir con toda esa emoción que uno recibe del escenario, es salir sanado de la soledad, de la soledad de la condición humana".


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