Lo que mata es la humedad

Núñez pinta en su obra un panorama cotidiano y doméstico de los años setenta. En una esquina de un barrio porteño, un café es escenario del ir y venir de personajes que llenan su soledad, exponen conflictos, encuentran afectos. Escenario de candidez casi religiosa -enfatiza Cattan- lugar de ritos de porteños, de amigos, de confesiones. El bar -agrega el director- ese espacio social tan metido en la trama cultural del porteño, que en la aparente sencillez de su propuesta encubre enormes complejidades humanas. Estos personajes arquetípicos del café porteño casi no pueden ocultar sus frustraciones y perplejidad en una sociedad que cruje bajo sus pies y donde emergen las contradicciones sociales profundas.

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