El anzuelo

Tres Personajes: El Padre, Carol e Irene, están en una situación de espera. Carol espera el regreso de sus hijos; Irene la llegada de los empleados de la compañía de gas; El Padre, el difícil encuentro con su hija.

Cada uno experimenta una situación límite a la que no encuentran salida. La reflexión sobre la propia vida; la sensación de fracaso; el encierro en el ámbito privado, en el que el afuera se presenta como una amenaza; la imposibilidad de la comunicación; la voluntad quebrada; la esperanza perdida; la ausencia de sueños; el miedo y, sobre todo, la soledad.

Éstos son los temas de El Anzuelo, la puesta en crisis de los valores en una sociedad que ya no se reconoce a sí misma. Irene, en su departamento deja que una fuga de gas acabe con su vida lentamente sin poder accionar, sin lograr el menor movimiento. Carol, inmovilizada a su manera, teme por sus hijos que no regresan de la escuela, en manos del hombre a quien los ha confiado.

La figura masculina devaluada, la culpa y la ruptura de la relación con el padre, la sumergen en decenas de acciones inútiles que son otra forma de quietud. El Padre, por su lado, alcohólico, con delirio místico, se aísla del mundo, que lo ha marginado. El final es incierto, da cuenta de lo que cada cual es capaz de ver y la realidad se vuelve insoportable, se desdibuja detrás de una miopía irreversible que impide el encuentro, hasta sus últimas consecuencias.

Todos están fuera del mundo, borradas la noción de identidad, la idea de proyecto, de comunidad, de trascendencia, lo que está en crisis es el sentido. El Anzuelo invita a pensar cuál es el mundo hoy, qué ha sido de ese sitio en el que nadie encuentra un lugar.

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