El vino secreto

El Teatro Pan y Arte de Boedo albergará este biodrama que toma la vida de una mujer para contar la de todas las mujeres. Mediante el caracter ritual del teatro, pone en escena dos cualidades de la vida: cíclica, como la cosecha. Alquímica, como el proceso del vino. La actriz Liliana Moreno y la directora Clodet García -que trabaja el teatro ritual- generan juntas un interesante cruce de lenguajes.

Cuenta Clodet García sobre la propuesta artística

El vino secreto parte de la materia prima que es la vida de Liliana, la actriz.

Partimos de una intuición, que la vida es cíclica, como la cosecha. Y alquímica, como el proceso del vino. A partir de ahí, universo y hoja en blanco a la vez, investigamos generando material, textos, momentos.

Liliana y yo venimos de recorridos diferentes, ella viene de las escuelas de Alezzo y principalmente de Fernandes y yo de la investigación del teatro ritual y sagrado. El desafío fue encontrar un lenguaje común a ambas, un tercer lenguaje posible.

Trabajé ordenando lo que surgía en una estructura mandálica de 12 fases y buscando encontrar esa trama arquetípica que atravesaba su historia, simple y profunda, de devenir y transformación, hasta volver plural lo singular.

Me interesó ritualizar su vida en un aquí y ahora interno, de textura onírica, con mucha vibración poética, donde lo real se torna metáfora en la palabra y en el espacio despojado. Tramas, capas, bordes que se desdibujan, el espacio mutando según se lo habita. Los momentos sucediéndose por un pulso interno que los ordena. Un cuento que reescribe viejas historias. Un viaje del oeste al este, de la montaña al mar.

Una mujer habla y lo femenino profundo habla. Es ella y son todas las mujeres. Y en ese despojo circular y mítico, el intento de crear un espacio que ya no es personal sino que se abre a quienes se asomen y lo habiten, tornándolo espacio de resonancias y reflejos. Y si esto sucede, de celebración.

Cuenta Liliana Moreno:

Tenía sensaciones que ocurrían cuando era niña, que había olvidado, entonces, ya estaba en otro tramo de mi vida, en un tiempo que permitía observarme y llevar la mirada afuera e ir y venir, siguiendo la huella que dejaron los perfumes de la infancia, recobrando confianza en lo propio, en lo personal, para llegar a mí misma. Me vi como una viajera. Fui dándole lugar al instinto, a reconocerlo, a recuperarlo?

Seguí la huella, como un explorador. Aparecía en una palabra de mi hijo, en un recuerdo, en una copa de vino. Huella que abre mi propia confianza y me hace seguir paso a paso detrás de cada signo revelador. Eran señales que me llevaban dulcemente dentro de mí. Un viaje sagrado.

Así aparecieron las causalidades, llegó Clodet al proyecto como una maga. Y ahí comenzamos a encender este fuego. Recuperando el sentido, volviendo al ritual, a la ceremonia? a la misa que propone el teatro.

Contando una historia simple de vida, cómo una muchacha prepara su equipaje para ir desde el interior a su interior para emerger en la entrega. Contando cómo la semilla transita su recorrido hasta convertirse en vino y completarse en el brindis. Este paralelo metafórico es la atmósfera que envuelve la obra.

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