Mucho ruido y pocas nueces

"No fue tarea sencilla encontrar la inspiración y el camino a recorrer para el tratamiento de un clásico que ha desafiado los siglos, a través del teatro, el cine y la ópera, sin perder su renovado potencial. Al releerla, dejé que su trama se desencadenara sin prejuicios y que mi imaginario creara las nuevas coordenadas. Éstas surgieron de una película que a fines de los 40' realizara Luis Saslavsky:"Vidalita", y en donde, como en Shakespeare, o Lope de Vega, una muchacha se viste de hombre para ser aceptada en la estancia de su abuelo y perturbar a un capitán de un fortín cercano. Así creció la idea de la estancia en donde se plantea la acción, en el verano 1875-76. Dejé Messina por el campo argentino, a Don Leonato por Don Leandro Lagos, a Dogberry, el alguacil, por el insólito comisario Robles, y los soldados de Don Pedro de Aragón, de regreso de una imprecisa guerra, pasaron a ser un grupo de oficiales al mando del comandante Pedro Gauna, que regresan de la frontera con el indio.

Apelé al conocimiento histórico, a la literatura, a las costumbres de la época, a la pintura y a la música, a la minuciosa tarea de traducción que nos llevó a pensar en un lenguaje con el que se construyen y relacionan los tres hilos conductores de la obra: Claudio y Elisa, junto a un Don Pedro que corteja con entusiasmo sospechoso a las mujeres de sus oficiales; Beatriz y Benedicto con sus escaramuzas verbales; y el comisario Robles con su disparatada tropa que nos llevará a dilucidar los malvados planes de Don Juan, el extraño hermano de Don Pedro. Todos juntos cuentan esta historia en donde se malinterpretan las personas, esta historia de avatares, mentiras, engaños y disfraces. Una comedia coral de malos entendidos con personajes irremediablemente crédulos en donde todo se sabe de oídas."

Oscar Barney Finn

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