La cena de los tontos

Para Pablo (Adrián Suar) y sus amigos el miércoles es el día de los tontos. El principio es simple: cada uno debe llevar un tonto. El que consiga llevar a la cena el idiota más espectacular de todos es el ganador. Esta noche, Pablo está eufórico... ha encontrado una auténtica joya. Un idiota irrecuperable. ¡El campeón mundial de los tontos! Francisco Piñon (Guillermo Francella), un contador gris empleado en el Ministerio de Economía, un hombre devoto de sus construcciones hechas a base de fósforos. Lo que Pablo desconoce es que Piñon no es únicamente un auténtico hallazgo, sino también un maestro en el arte de provocar catástrofes...
En su primera versión en 2000, LA CENA DE LOS TONTOS fue aclamada por la crítica y superó los 100.000 espectadores en 6 meses en cartel.

Opina Guillermo Francella sobre la obra y en su rol de director:

Francis Veber, en forma absolutamente ingeniosa y creativa, plasma en ésta pieza esa dualidad, ese contraste de personalidades, el "vivo" burlándose del "tonto" esgrimiendo una excusa llamada..."Cena", para desplegar toda su impronta verbal y sus luces, para aprovecharse de la ingenuidad e inocencia del "tonto" de turno, encontrado en forma casual en una especie de "caza de brujas". Pero el tema aquí recurrente, amerita un análisis y una reflexión algo más profunda...Es inexorable el triunfo de los vivos frente a los tontos en todos los terrenos? Siempre ganan los más despiertos? O es caer en un lugar común? me inclinaría por esto último. Veber busca y logra que reflexionemos ante éste tópico universal...¡¡¡ es tan subjetiva la opinión de si alguien es vivo o tonto!!! Cabe preguntarse: no seremos todos el "tonto" de alguien? ...O tal vez: no seremos todos, tan tontos alguna vez, como para sentir que otro lo es?

Esta obra reivindica a los que siempre pierden y lo hace de tal manera que es una verdadera bocanada de oxígeno, para todos los que creemos que la única manera de sentirse plenos en la vida, es no siendo mediocres, juzgando las luces del otro, porque en algún momento la lección puede ser tan dura, que nos obliga a volver a empezar y tal vez ya sea demasiado tarde. "La Cena de los Tontos" es una obra inteligente, sensible, sutil. Una comedia que provoca la risa inevitablemente, alimentándola hasta la desmesura de la carcajada por momentos, y ciertamente, por estar preñada de humor auténtico, arropa la reflexión como saldo, y una piadosa mirada sobre sus criaturas, especialmente, sobre "el tonto", el personaje seleccionado en la obra como el compendio del idiota.

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