El Plauto

La puesta duraba cuatro horas, basada exclusivamente en la palabra y el juego escénico de los actores, entre otros, unos jovencísimos Noemí Morelli y Pablo Brichta. El público acampaba con comida y bebida, como una extensión de la fiesta que se daba sobre tablas. Villanueva decía que amaba ver al público como en un picnic, mirando teatro. Tanto es así, que el crítico Ernesto Schoo le dedicó cuatro páginas en Siete Días bajo un título que hoy da cierta nostalgia por no haber nacido antes para estar ahí: “El Plauto, lo más parecido a la felicidad”.

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