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La palabra no es sustancia comunicable. Hay otros sonidos que lo son." Roberto Juarroz

La pieza toma como punto de partida la Investigación coreográfica: La voz en el cuerpo del bailarín contemporáneo, subsidiada por el Fondo Metropolitano de Cultura BA en el año 2006, que se centró en la relación sonido-movimiento y que tomó como ejes los recursos sonoros de la voz humana en el bailarín y su relación con el espacio escénico mediante el uso de las tecnologías de amplificación del sonido. Continuando el trabajo del material escénico planteado por la investigación, se derivó este proceso en la creación de una obra coreográfica.

La obra gira en torno al concepto de la comunicación, las relaciones interpersonales y el juego. Los intérpretes se internarán en una red tecnológica, formando parte de ese circuito. Sus voces conectarán en diálogo o disonancia, harán de esta convivencia espacial un territorio donde el juego y la tecnología del sonido serán protagonistas.

En la obra es clave la utilización de los recursos creativos derivados de las herramientas de propagación del sonido, siendo motor coreográfico la exploración por parte de los bailarines de los diversos medios de captación de sonido "instalados" a lo largo del espacio escénico. Cantidad de micrófonos, extensos cables, la consola de sonido y pies de micrófonos estarán distribuidos sobre un tapete blanco, estos elementos, además de permitir amplificar todo el espectro sonoro de la escena en cada uno de sus detalles son parte fundamental de la puesta escenográfica, generando el contexto en donde los cada uno de los personajes cobrarán vida.

La estética de cables y circuitos conforman un entramado escenográfico móvil que permite a los intérpretes el armado y desarmado de diferentes espacios en la escena, habilitando circuitos, cerrando otros, tejiendo redes.

La música (de sencilla ejecución), surge precisamente del juego sonido-danza de los intérpretes (las voces de los bailarines totalmente a capella, sonidos simples y ruidos incidentales causados por el roce de los micrófonos con el piso, voces o diálogos ininteligibles, juegos rítmicos vocales, etc). Siendo esta trabajada en vivo por los intérpretes, que operan el sonido captado por la consola en la propia escena, teniendo a su cargo la técnica de la consola, jugando con la decisión de abrir y cerrar los canales de audio. A través del empleo de estas herramientas tecnológicas (valiéndose de sus diferentes recursos como, por ejemplo, la posibilidad de jugar con el eco, la reverberancia, la distorsión, etc. de la voz humana) Danza y Música se funden de manera indivisible en un territorio interdisciplinario de dialogo.

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