El viejo criado

Roberto Cossa recrea una emotiva pieza en la que se reconocen los mitos porteños como un preciado tesoro perdido en la evolución de los tiempos, donde el pasar de los años apenas son instantes en la vida de los personajes.
El tango, el box, el fútbol y Gardel son los huéspedes de esos cafetines que ya solo existen en la literatura tanquera.
Con mirada critica pero no exenta de ternura, Cossa crea a estas criaturas para escuchar su canto del cisne en el ambiente ideal: la mesa de un café.
Es el soporte ideal para las anécdotas del pasado, enriquecidas por el recuerdo de figuras conocidas.

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