En el monte, más precisamente en Oberá, existe, desde hace más de 10 años la Murga del Monte. Ojo que cuando digo “murga” no hablo, en este caso, de saltos, piruetas ni de bombos con platillos. Tampoco de cuplés a la uruguaya. Murga del Monte es -¡sí señor!- el grupo de teatro comunitario de Oberá, Misiones. Y aquello de “murga” viene de pensar el género en sus ribetes más teatrales. Ya habían usado esa palabra sus hermanos mayores, los de la Murga de la Estación, de Posadas.

El teatro comunitario, teatro de vecinos, de la comunidad para la comunidad, es poderoso en la provincia de la tierra colorada. Nació en 1999 con la Murga de la Estación, de Posadas y engendró este segundo grupo en Oberá, en 2000. Desde entonces y hasta ahora los dos grupos experimentaron un notable crecimiento.
Y la Murga del Monte, en particular, además de sus espectáculos con fuerte identidad, ha desarrollado una gran capacidad de gestión colectiva. De hecho, en octubre de 2010, organizó el 8vo Encuentro de Teatro comunitario NelMonte, al que asistieron 2000 espectadores, y en el que actuaron seis grupos integrados por vecinos de diferentes lugares del país. Además, en el 8vo Encuentro participaron representantes de otros 20 grupos de la Red Nacional de Teatro Comunitario. En total, 300 vecinos actores viajaron hasta Oberá. La Murga ya había organizado previamente otros encuentros, con mucha repercusión.

Pero hagamos un poco de historia. El grupo nació en 2000, motivado por la existencia de su antecesor en la zona, la Murga de la Estación, que había surgido un año antes.
Comenzó ensayando en el Galpón Cultural (un viejo depósito de yerba mate de la desaparecida empresa IPICA) con el apoyo de la municipalidad y la asistencia técnica del proyecto de fomento del Instituto Nacional del Teatro.
Después de debutar con algunas escenas en el Galpón Cultural en septiembre de 2000, la Murga del Monte realizó su gran presentación en sociedad en la Fiesta Nacional del Inmigrante, con la obra Murga de los cocineros y en diciembre del mismo año estrenó De Yerbal Viejo a Oberá, obra que habla de las situaciones vividas por los inmigrantes al llegar a esas tierras, desde la colonización hasta la nevada, que fue una situación absolutamente excepcional. En el espectáculo aparecían un montón de hechos que la historia oficial no había contado. Posteriormente hizo San Antonio, obra alusiva a las festividades del Santo Patrono de Oberá, Escenas Misioneras, una fusión de escenas de Misiones tierra prometida, de la Murga de la Estación, de Posadas, y De Yerbal Viejo a Oberá. También creó Fiesta de la Cretona, que se estrenó en 2002 y fue la segunda producción importante del grupo. El espectáculo recreaba las fiestas que se realizaban en la zona centro de Misiones en los ’40, con la orquesta en vivo, las damas de la comisión, el maestro de ceremonias, etc., y con sus diferentes momentos: el baile de la escoba, la pieza de damas, el sorteo, la elección de la reina de la fiesta. Entre baile y música se iban tejiendo las diferentes relaciones sociales de la época que, adornadas con canciones, banderines, farolitos japoneses y telones, incluían al público como parte de la obra. Más adelante la Murga del Monte hizo Bailate-todo, una fiesta teatral y luego El circo de los hermanos Reyes, cuya creación tuvo mucho que ver con que a finales de 2003 varios integrantes del grupo tomaron talleres de circo brindados por Catalinas Sur. La obra se estrenó en 2004 en la Fiesta Nacional del Inmigrante. Se trataba de la llegada del circo a un pueblo, la magia del espectáculo circense, las relaciones que se producían entre sus integrantes y con los pueblerinos.
Un viaje inolvidable, otra de las producciones, es un homenaje al pionero Ralf Singer, quien desde muy joven comenzó a trabajar en el transporte de pasajeros entre los pueblos misioneros. Se estrenó en septiembre de 2006 en la Fiesta del Inmigrante. La Murga del Monte tiene en sus espectáculos una fuerte impronta comunitaria, al mismo tiempo que local. De hecho, su último espectáculo, que ya lleva varios años en cartel, Misiones, magia y mboyeré, se monta en la base argumental de Sueño de una noche de verano, de William Shakespeare y lo llena de duendes locales y anclajes en la realidad obereña, relativos a la mezcla de inmigrantes. El color del espectáculo, al menos cuando se hace al aire libre, abunda en fuertes contrastes de rojo y verde, tal como la intensa mezcla que inunda la percepción de cualquiera que se pasee por las calles de la zona, presencia que en el espectáculo está resaltada.

Este grupo de vecinos obereños, dirigido por Carina Spinozzi, tiene alrededor de 60 integrantes. Pablo Garagno responsable técnico y uno de los referentes del grupo, cuenta: “El número de integrantes ronda los 60, (en diciembre éramos 62). Esto varía durante el año. Hay un flujo de entrada y salida importante. Hay un número más bien estable que ronda los 45 o 50 integrantes desde hace, aproximadamente, 4 años. El resto es flotante. Cuando una persona ingresa al grupo tiene un tiempo de reconocimiento en el cual ve y aprende la dinámica del grupo: canta, baila, actúa, juega, pinta, limpia, y elige si le gusta o no formar parte. En la Murga del Monte, éste es el primer filtro. Para formar parte del grupo hay que poner el cuerpo. Este primer filtro dura un tiempo diferente para cada persona. Hay quienes vienen una sola vez y hay quienes vienen un mes o hasta dos meses, hasta que toman la determinación de volver a ser espectadores.
Que una persona haya pasado la etapa de reconocimiento y haya decidido quedarse y formar parte del grupo estable no significa que haya entendido qué es un ‘grupo de teatro comunitario’. Esto en algunos casos puede llevar años”. Poner el cuerpo, sin duda, es algo muy necesario en la Murga del Monte, que no sólo organizó varios encuentros en los que alojó a muchísmos invitados, sino que se aventuró a comprar un galpón, sede y sala del grupo, y hoy lo mantiene. “¿Como es que no nos animaríamos? Cuando decidimos buscar los recursos para comprar un galpón, varios de los que formábamos parte del grupo proyectábamos nuestras vidas a largo plazo en la Murga del Monte, y así como buscamos capacitarnos para crecer, comenzamos a gestionar el cumplimiento del sueño de la casa propia, y lo conseguimos”, relata, contundente Gargano.

En relación a los encuentros de teatro comunitario organizados por la Murga, y particularmente este que pasó, el 8vo, Javier Gastaldo, uno de los músicos, reflexiona: “Luego de haber participado en encuentros de teatro comunitario a nivel regional y nacional, pensamos que era un proyecto atractivo e importante para el grupo y para la comunidad de Oberá. Una de las cosas que más nos motivó era poder presentar al público local las obras de grupos amigos. Además sabíamos que un encuentro de teatro comunitario iba a ser un evento cultural que se disfrutaría mucho y que resultaría un espectáculo de características únicas para los vecinos de Oberá y para todos los participantes. Y sabíamos que un evento así sólo podíamos generarlo nosotros. Así que una vez que lo proyectamos, se sumaron otras instituciones, empresas y amigos de la Murga”.
La capacidad de gestión de este grupo es absolutamente sorprendente y destacable. Imágenes como la de los 300 invitados almorzando sin tener que esperar, ya que todo estaba perfectamente organizado, o como la de la plaza colmada con 1000 asistentes cada anoche, con toda la técnica preparada para resaltar los espectáculos de los grupos invitados, fueron características del Encuentro. Ni hablar de la calidez de los anfitriones. Hubo mucho trabajo allí y es evidente. Y fuertes son las huellas de tanta capacidad de gestión. El paso de este torbellino tuvo consecuencias y repercusiones en la zona. Así lo expresa Pablo Gargano, “El evento movilizó no sólo a los grupos participantes, sino a Oberá. A la semana siguiente se hablaba del Encuentro en la cola del banco, en las escuelas, en los programas de radio y televisión, en la calle, en los pasillos y entre mate y mate. Las felicitaciones les llegaron a todos los integrantes de la Murga del Monte. Definitivamente, NelMonte dejó un aroma agradable en el ambiente. Quienes asistieron a las actividades del encuentro se sorprendieron de la convocatoria y premiaron el trabajo con el aplauso y la risa. Es lo que pasa en estas oportunidades cuando la gente se percata de la posibilidad que tiene de ser parte de un grupo de estas características, de contar y crear su historia”.

Hay ganas de más. Oberá fue una fiesta. ¿Habrá más? “Ésa es la idea -asegura Pablo-, pero por ahora no estamos trabajando en eso. Comenzaremos, más bien, pasada la mitad de 2011. Algo que aprendimos en estos 10 años es que los proyectos se van encadenando. Uno puede idearlos, planificarlos, pero no hay que lanzarlos hasta que no sea el momento preciso. Si ponemos desde ahora las energías en el encuentro de 2012, sin duda se van a diluir, pues hay muchas gestiones y procesos que aún no pueden hacerse. Y esas energía que se diluyen, que se pierden, son energías que podemos usar en otros proyectos”. Para 2011 la idea es crear un nuevo espectáculo, viajar a algún encuentro de teatro comunitario en otro lado y acondicionar edilicia y técnicamente el galpón que con tanto esfuerzo compraron.
Teatro comunitario en Oberá. Historias de los vecinos, arte de la comunidad. 

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