Estas vacaciones de invierno me acerqué por primera vez a ver una obra, un infantil muy lindo y luego me encontré volviendo.
Sí, La Voltereta es un teatro de ésos a los que llaman barriales. Y la verdad, es un teatro distinto, casi, casi con trato personalizado. Allí se cuida tan bien a los espectadores, que no se puede creer.
Como podrán imaginar, no hay localidades numeradas. Pero cada entrada tiene un número. Se va llamando número por número, y así entra primero el que llega antes y elige ubicación. Hay un sitio para esperar, con mesas y asientos nuevitos y un televisor en donde pasan videos mientras se hace la hora de la función.
Ellos hacen todo. Pero cuando uno dice “todo”, es todo. Porque se nota bien que el teatro es como su casa.
Norma es una de los dos responsables de la sala. Me contaba que hay gente que se acerca allí y es la primera vez que va al teatro, y que, entonces, cuando ella considera que hay algo para explicar respecto de la obra que se va a ver, lo hace de antemano.
¡Qué raro privilegio el de recibir a un espectador primerizo, y cuánta responsabilidad!
Cinco veces asistí a funciones en tres meses y siempre hubo público. Una mirada ingenua hubiera podido suponer que era “arte de magia”. Una conversación seria con esta gente me demostró que lo que hay es trabajo, trabajo y mucho más trabajo.
Y como cuando uno descubre estos lugares, no está para dejarlos pasar así nomás, seguí preguntando y metiendo un poco las narices por ahí. Así fue que vi una versión de Los perros,de Elena Garro, que estaban ensayando pero que no pudieron estrenar porque los derechos que les piden están lejos de un teatro barrial...
Esta conversación me sirvió para conocerlos y, a continuación, para presentárselos a ustedes, queridos lectores. Ellos son Norma Lichtenstein y Daniel Perissé

-¿Cuánto hace que fundaron el teatro?

Daniel Perissé: -Allá por el ’97. ¡Guau! ¡Parece lejos y a mí me parece que hace tan poco! Llevamos haciendo muchas cosas hasta hoy, pero uno nunca sabe si son las suficientes.

Norma Lichtenstein:-Yo completo: La Voltereta se fundó cómo teatro en 1997, en un local que había sido durante 40 años un taller de motores eléctricos. Pero en 1995 se había fundado la escuela. Primero en un conservatorio de danzas. Pero el tip-tap del zapateo americano hizo que buscáramos otro lugar más silencioso. Fuimos al Club Mitre (símbolo del club barrial), pero justo la sala que nos habían concedido compartía una ventana interna con una habitación donde se juntaban los antiguos socios a jugar al truco, y en plena improvisación se escuchaba un "¡quiero retruco carajo!".
Fue en ese momento que mi padre decidió jubilarse, dejar cuarenta y pico de años de taller. Le ofrecimos alquilar el local. Pusimos manos a la obra (literalmente fue así, ya que no teníamos plata para contratar a nadie), con la ayuda de papá Jorge y papá Mariano, la solidaridad de los vecinos que nos daba fuerzas, cafecito, tortas caseras...
Desarmamos el taller, sacamos 5000 Kg. de hierros (¿te imaginás?), tiramos paredes, pintamos, armamos un escenario. y en menos de dos meses nuestro sueño estaba ahí. Sólo quedaba la estrategia y el trabajo de cómo atraer a la gente.

-¿Con qué objetivos fundaron este teatro?

N.L: -Con la decisión de trabajar en lo que a una le gusta y para lo cual se estaba formando hacía ya unos cuantos años. Además, con el objetivo de tener un espacio para trabajar e investigar, tener un mismo objetivo y código de trabajo. Poder hacer y seguir haciendo.

D.P.: -Ahora me extiendo yo. El principal, para mí, es la gran necesidad de trasmitir y poder llegar al otro, enseñando y ofreciendo espectáculos. Para eso, en el comienzo de La Voltereta, debíamos contar con un grupo de alumnos para formar y así ir armando elencos con el fin de representar obras y que la comunidad barrial pudiera disfrutarlas. Hoy, luego de casi 14 años, podríamos decir que hemos cumplido con una gran parte de ese objetivo, ya que hemos ofrecido una gran cantidad de espectáculos para todas las edades. Tener un espacio para la comunicación es abrir una puerta para la expresión y para que otros puedan ofrecer lo que hacen, lo que piensan, lo que sienten. Es así que hace unos años, con Norma, creamos una varieté, que se llama Noches de living, para el que convocamos a diferentes artistas, de diferentes géneros: clown, circo. Pero también hay baile, música, pintura.

-¿Qué actividades de desarrollan aquí?

D.P.: -Actualmente estamos abocados por completo a la tarea teatral con nuestros talleres. Tanto a los que dictamos juntos, como aquellos que damos por separado. Pero también seguimos ofreciendo otras actividades como la danza, tanto clásica (que es dictada, por Nayla Perissé, de una manera menos rígida, con el propósito de ir llevando al alumno y no anteponerlo a la exigencia física que casi siempre lo arroja a la imposibilidad) como así también un entrenamiento de tango a cargo de las docentes Marcela Jiménez y Yamila Guillermo.
La Voltereta siempre estuvo abierta para la formación y la investigación. A lo largo de estos años han pasado docentes de clown, como Marina Barbera, Dario Levin, Enrique Federman, en entrenamiento de acciones y violín Patricia Schaikis (discípula de Guillermo Angelelli), además de otros docentes de canto y danza, siempre con la premisa de mostrar el resultado de los trabajos en espectáculos.
Es así como de La Voltereta surgieron ciclos de clown en el formato de varieté como Ciclo Punto Rojo, Lunas clownescas, Mas Clown (estamos de moda), espectáculos experimentales como Preludio, o Cosmogonia, (dirigido por Norma Lichtenstein), que surgen de un entrenamiento y montaje de acciones.
Sin olvidarnos de espectáculos (escritos y/o adaptados por nosotros) para chicos durante las vacaciones de invierno, o presentaciones de libros de poesía, participaciones en eventos como los festejos del bicentenario convocados por el CGP N° 10 con un elenco de adolescentes y obras de autores argentinos y extranjeros con elencos que nosotros hemos ido formando. 

N.L.: -Te ordeno un poquito: hoy tenemos talleres para chicos de 6 a 12 años, para adolescentes de 13 a 17 años y para adultos. Además, Julieta Converti da un taller para adultos mayores, a partir de los 50 años. Y como dijo Daniel, está el taller infantil de danza clásica, de 6 a 12 años. Pero además tenemos lo que llamamos “talleres de investigación”. Uno que se llama Cuerpos-palabras, que doy yo, y otro (¿a que no adivinás?) que se llama Palabras-cuerpos y lo da Daniel.

-Impresionante... Es una especie de caldero. Y ahora bien, éste es el trabajo que proponen con “los suyos”. Pero también viene gente de afuera ¿Con qué criterio traen artistas o espectáculos para trabajar en La Voltereta?

D.P.: -Realmente, a lo largo de estos años hemos recibido muy pocas ofertas de proyectos de grupos independientes para nuestra sala. Igualmente, en estos casos nuestro criterio de elección se remite exclusivamente al trabajo, sin juzgar si el mismo es bueno o malo, sino el contenido ideológico, su estética, su puesta y por supuesto, la actuación. Pero los grupos independientes, y ahora se da mucho más esta particularidad, eligen para sus trabajos teatros que estén dentro del circuito off, llámese Palermo, Abasto o Almagro. A nosotros, al estar por fuera de ese circuito geográfico, se nos hace difícil. Es esta cuestión cultural nuestra de centralizar las cosas para prestigiarlas. Y todo lo que se encuentre afuera de ese centro parece carecer de ese privilegio. La Voltereta, digamos, es off del off.
Igual hemos mantenido charlas con el Instituto Nacional del Teatro, del cual hace años percibimos el subsidio correspondiente, exponiendo que, si el espíritu de nuestra ley de teatro independiente es el fomento a nuestra actividad, queríamos saber en qué forma podríamos contribuir a ser considerados por estos grupos, ya que somos un espacio que en la mayoría de sus espectáculos, podríamos decir, cumple satisfactoriamente, en los tiempos que vivimos, con una media de espectadores de promedio en temporada de tres meses de funciones.

N.L.: -Como dijo Daniel, es difícil que nos ofrezcan espectáculos. En general nosotros invitamos a venir a nuestro teatro y la verdad es que elegimos espectáculos que nos da placer que estén en el barrio y que puedan disfrutar tanto nuestros alumnos como nuestros vecinos. Y te agrego algo: cuando toca elegir, el criterio siempre es subjetivo pero si vemos trabajo, actuación digna y no nos dan ganas de salir de la sala, es porque está todo bien. 

-¿Cómo difunden sus actividades?

N.L.: -Con respecto a las clases, comenzamos repartiendo volantes puerta por puerta hasta llagarnos los pies (es literal). Hoy en día, y desde hace algunos años, el boca en boca, la experiencia de los años, hace que la gente venga y confíe en nuestra propuesta y en nuestra formación
Con las funciones es más complicado, ya que no tenemos el apoyo de los medios, y los difundimos en avisos de revistas barriales y teatrales .Y nuevamente el boca en boca.
Igual el trabajo es diario para cambiar ese "reparo" que se tiene por lo "barrial", como si fuera algo de menor preparación o calidad.

D.L.:-Lo que dice Norma es así: en los primeros cinco años se repartían alrededor de 20.000 volantes en 250 manzanas, y eso lo hacíamos a pulmón para nuestras clases todos los comienzos de año.

-¿Cómo se relacionan con el barrio?

N.L.: -La relación es increíble. Es el barrio donde me crié, por lo que todavía hay gente mayor que me conoce desde chica, y me llama con el diminutivo "Normita”.
El teatro, según palabras de los vecinos, dio luz y color al barrio. Una vecina nos dijo a la vuelta del cese de actividades por vacaciones, que se sentía más segura cuando estábamos y veía el teatro abierto. Igualmente viene gente de otros barrios como Flores, Caballito, Villa del Parque, Liniers, así como también Villa Lynch, José Ingenieros (estamos cerca de General Paz).

D.P.:-Sí, es cierto que la relación con el barrio es excelente El apoyo, la ayuda y la participación a lo largo de todos estos años nos han dado grandes satisfacciones. Creo que al principio un teatro ahí, en esa esquina sobre la avenida Segurola donde antes había funcionado durante mas de treinta años un taller de motores eléctricos, era una novedad, algo raro por la transformación del rubro y la aventura que proponía. Hoy siento que La Voltereta pasó a ser una realidad dentro del barrio y que funciona como algo más dentro de él. También es cierto lo que contó Norma: el hecho de que éste haya sido su barrio de la infancia, hizo que anduviéramos en esta carrera con un poco de ventaja.

-Y ya que veo que tienen tanta conciencia de lo que hacen, ¿saben qué público es el que llega al teatro?

D.P: -En los primeros años, con el apoyo de los medios que publicaban nuestras gacetillas, como el diario Clarín o La Nación, llegaba gente de todas partes para ver nuestras espectáculos, tanto de Capital como del Gran Buenos Aires. Tanto es así, que nuestra capacidad de 50 espectadores se veía desbordada todos los fines de semana. La historia fue cambiando un poco y hoy, sin el apoyo de los medios citados, la inseguridad, el crecimiento del circuito teatral independiente, del que ya hemos hablado, y la gran oferta de espectáculos, hizo que el público disminuyera y que nosotros también cambiáramos, expandiéndonos, para ofrecer otra posibilidad de armar cosas, como por ejemplo otros géneros u otros formatos de espectáculos como la varieté Noches de living, de la cual ya hemos hablado. Hoy en día es más difícil convocar al público, pero venimos haciendo un trabajo de hormiga día a día en cadenas de mail, paginas Web y podríamos decir que nos está dando buenos resultados.

N.K.: -¡Ah!, pero yo te voy a contestar lo que preguntaste. Es bastante variado el público. Al tener la escuela muchos alumnos, hay una asistencia de público, en diferentes eventos, que se da a través de ellos. Hay otro público que es el que viene a ver clown, que es cautivo de este tipo de espectáculo, sin importarle en que lugar se dé. Hay otro que simplemente viene en vacaciones de invierno a ver espectáculos infantiles, pero que no es de ver teatro en otro momento.
También viene el vecino que pasa de hacer sus compras y ve en cartelera lo que se está haciendo, o bien golpea la puerta y pregunta. A ése también lo tenemos sentado como espectador.

-¿Qué dificultades y ventajas tiene un teatro barrial?

N.L.: -La principal dificultad que tenemos es la desvalorización que se le da a muchas actividades artísticas con la denominación “barrial".
Si bien el Instituto Nacional de Teatro, como ya dijimos, y Proteatro ayudan con un subsidio (que lo utilizamos para tener siempre el teatro en condiciones), no tenemos ayuda en la difusión. Los medios y los críticos no vienen a ver el trabajo de 16 años.
La ventaja es el apoyo constante de vecinos y alumnos, es el training que nos da la existencia diaria.  

D.P.: -Yo te agregaría que la gran ventaja es que, al haber pocos teatros barriales, nuestra zona abarca varios barrios, como por ejemplo Floresta, Monte Castro, Villa del Parque y Devoto. Justamente es ésa la ventaja: ser casi los únicos ante tanta población. Pero la gran desventaja, coincidimos con Norma pero quiero insistir, es que la actividad, cultural en un barrio es tomada como algo menor. Como si la palabra barrio nos alejara del centro (es verdad), del circuito, de los nombres que dan chapa, de los críticos, porque pertenecer tiene sus privilegios.
Por eso nosotros hoy, desde aquí, con algo más de ochenta alumnos, seguimos trabajando y luchando como el primer día, porque la continuidad en la tarea es nuestro mayor privilegio. 

Han sido presentados. En este universo tan veleta y acomodaticio, los responsables de La Voltereta, teatro barrial a mucha honra, le demuestran a más de uno que se puede. Que cuesta mucho pero que se puede. Una lección teatral como pocas.

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