Y sí. ¡Parece tan cercano el momento! Y sin embargo, no. Fue en 1985 en la, entonces, Escuela Nacional de Arte Dramático, hoy devenida en IUNA, Instituto Universitario Nacional del Arte, cuando los vi por primera vez. Me acuerdo perfectamente cuando empezaron. Todos éramos, en aquel tiempo, muy jóvenes estudiantes de teatro.

Hoy, 25 años después (¡increíble!), estoy sentada en el living de la casa del “macoco” Daniel Casablanca. La razón de mi presencia es, justamente, ésa: entrevistar a los integrantes de este grupo, con motivo de su vigésimo quinto aniversario. Los Macocos acaban de hacer, hace pocas semanas, una serie de funciones de varios de sus espectáculos, algo así como un ciclo para festejar los 25 años de trabajo.

En este rato hablamos de todo un poco: del modo “macocal” de hacer humor, de la supervivencia como grupo. También conversamos acerca de la decisión de continuar, aun y a pesar de situaciones muy duras que Los Macocos tuvieron que vivir en estos años. Alguna vez fueron cinco. Hoy son tres, más un director invitado.

Ellos me toman un poco el pelo y yo me río. Pareciera que nada de lo que hablamos fuera serio. Es una nota relajada en la que reímos mucho. La charla es permanentemente interrumpida por chistes. Al comienzo están solamente El dueño de casa y Gabriel Wolf. Luego llega Martín Zalazar. Pasa el rato y, mientras los escucho, infiero que así deben conversar ellos: cada cual volcando a la charla sus características cómicas y vicios profesionales. Aquí va.

 

-Veinticinco años ya. No es muy frecuente subsistir tanto tiempo. Los grupos se separan. Ustedes son de los pocos que permanecieron juntos durante tantos años.

 

Daniel Casablanca: -La única referencia que tengo de tantos años es la de Les Luthiers (pensando en un grupo que trabajan humor y el gag).

 

Gabriel Wolf: -En el interior hay grupos que tiene muchos años, como La Cochera, o La Hormiga?

 

D.C.: -Sí, pero en muchos de ellos hay un director que permanece y otra gente que pasa. Acá no se trata sólo de 25 años juntos, sino de trabajar todo el tiempo, ininterrumpidamente, haciendo funciones. Son 18 espectáculos (más o menos).

 

G.W.: -¿15?

 

-¿No llevan la cuenta?

 

G.W.: -No, porque algunos son estrenos, otros son refritos.

 

D.C.: -¡Ah! Pensé que eran más?Bueno. Eso es con Los Macocos. Porque con Martín son 30. Nos conocemos desde la secundaria.

 

Suena el timbre. Es Martín. Como si fuera un gag más de la vida de Los Macocos, entra y, en lugar de venir en nuestra dirección, que era o esperable, va hacia donde se encuentra el cachorro nuevo de Daniel Casablanca. Al rato, y luego de festejar la presencia de la nueva mascota, se acercará.

 

D.C: -Él va a va ver al perro. La nota no le interesa, ¡ja,ja!-Todos reímos-.

 

-¿Por qué creen que subsistieron y se mantuvieron juntos tanto tiempo? ¿Qué los une?

 

G.W.: -Lo de los 25 es casi una excusa para hacer prensa. No es una virtud. Sí está bueno estar produciendo y que cada tanto haya un estreno y que la gente siga viniendo.

 

-No es una virtud, pero es un hecho.

 

D.C.: -Sí: es verdad, pero uno no lo está pensando todo el tiempo.

 

G.W.: -No estamos diciendo ”Hagamos cinco años más de funciones, así cumplimos 30”– risas-.

 

Martín Zalazar: -Lo más importante de estos 25 años es que la gente vino a vernos, porque si no fuese así seríamos “los compañeros del secundario que se juntan”. Por suerte no somos egresados de Los Macocos.

 

-Pero ustedes – a esta altura ya no sé si tiene algún asidero lo que estoy diciendo, ya que ellos desestiman todas mis observaciones- deben tener alguna afinidad, supongo, aparte de sentarse a comer, como hacían en alguna época. Un afinidad estética, artística?

 

M.Z.: -Ya no nos juntamos a comer, porque ahora uno come sin sal, el otro sin grasa- Risas otra vez-.

 

D.C.: -Yo a veces directamente no como, porque si no después no duermo. Con la acidez?

 

G.W.: -Digamos que hay una sensibilidad común, una afinidad, cosas básicas que hacen que sigamos produciendo en esa línea.

 

-Es difícil trabajar en equipo. Uno empieza a tener roces. ¿Se toleran, se complementan?

 

M.Z.: -Los roces, como diría Leonard Cohen, son como los guijarros en el bolso. Te vas armando con los roces mismos. Te vas formando gracias a ellos. Si uno lo toma así, está muy bien, porque todo es aprendizaje. Se va armando una estética propia de cada espectáculo.

 

D.C.: -Cuando uno dice la palabra “roce”, a veces suena a confrontación o a choque. En realidad, esa idea se relaciona, en nuestro caso, más bien, con que los espectáculos que hace el grupo tienen un color único, un color que las carreras individuales de cada uno de nosotros no tienen. El devenir de Los Macocos supera lo individual. El grupo arriba a un lugar especial, a una ética y una estética únicas. Y creo que vamos profundizando en ése, nuestro discurso. No sé como lo percibís vos, pero nosotros sentimos que hoy la gente se ríe mucho más en nuestros espectáculos. Algo así como que vamos perfeccionando el gag. Nos parece que hay algo que va mucho más allá de persistir en el tiempo 25 años. Quiero decir: hay mucha gente que hace espectáculos de humor y hay muchos espectáculos súper comerciales, pero no sé si hay tanta risa. Nosotros generamos risa.

 

-Bueno. El tema de la risa, merece una reflexión aparte.

 

D.C.: -No es tan fácil hacer reír tanto.

 

-Sí, pero además me pregunto: ¿qué es reír? Supongo que lo han pensado o que lo intuyen.

 

D.C.: - Hay muchos espectáculos en calle Corrientes sobre los cuales se dice “Bueno? vamos a ver un espectáculo de humor?”.

 

M.Z. Interrumpe: -¿Te vas a poner a hablar mal de la mierda que están haciendo los demás?-risas-.

 

D.C:- Sí. Voy a hablar un poquito de toda la mierda que se está haciendo- risas nuevamente- Porque hay una cosa: vos a ver el espectáculo de humor. Vale 20 pesos y por eso vas dispuesto a reírte. Escuchás “culo” y haces “ja, ja”. Hacés esa risa porque está todo armado, porque te dijeron que es muy gracioso -exagera la palabra “muy” - y por eso lo pagaste. Ésa es una clase de risa. Y luego está la risa que hacen Los Macocos.

 

M.Z.: -¡Que modesto!

 

-En fin. Entiendo que Daniel me está cargando, pero yo lo digo en serio.

 

M.Z.: -Creo que está bueno pensar en las diferentes forma de risa. Y me parece que lo que hacemos, primero nos tiene que hacer reír a nosotros, y además tiene que contar algo. Si sólo aparece el efecto de hacer reír, nos falta algo.

 

G.W.: -Nuestros espectáculos tienen una elaboración. Obviamente nuestra sensibilidad está atravesada por el humor, hay una estética del juego, pero hay una elaboración que en general nos lleva un año, que tiene toda esa cosa del zurcido, de mirar los detalles, de tratar de que no sea algo fácil.

 

M.Z.: -Recuerdo cuando hicimos Continente viril, que había una escena de tortura y que la gente es reía. Y seguramente pensaba “¿De qué que me reí? ¿De qué me estoy riendo? Me están haciendo reír con esto que es terrible, y al mismo tiempo me puedo reír”. Eso está mal visto. Pero para nosotros está bueno cuando la risa está acompañada de una idea.

 

-¿Qué se mantuvo en estos años y qué cambió? ¿En qué se afianzaron artísticamente?

 

D.C.: -Macocos tiene un nivel de profesionalización enorme, si pensamos en la cantidad de funciones de distintos espectáculos y de varios espectáculos a la vez, como esto que hicimos para festejar los 25 años. Se trata de algo que ya es manejable para nosotros. La función tiene una precisión de ritmo, de gag, de efecto? Me parece que hemos aprendido con las horas de vuelo. Una de las cosas por las cuales estamos juntos es porque disfrutamos mucho de la función. Cuando pasan muchos meses sin actuar juntos, empezamos a sentir que algo no está bien. Por eso hacemos mucha temporada y temporada larga. Este formato de grupo nos permite hacer temporada larga, parar y volver luego con un espectáculo que lo dejamos guardado y que reciclamos. Y cuando lo volvemos a hacer entendemos cosas que antes no terminaban de cerrar. Hay una profundización en el trabajo que en el teatro comercial no existe, y que nos nosotros, aunque también hagamos teatro comercial, sí tenemos.

 

-Tienen rasgos del teatro comercial, pero se ve otra elaboración del trabajo.

 

G.W.: -Uno se mete de otra manera en los proyecto. Se pone de otra manera la camiseta.

 

D.C.: -Sí. Por un lado, para el próximo estreno ya estaremos en los valores de calle Corrientes. Pero el grupo tuvo otro camino para llegar a ese perfil de la profesionalización. Están buenos los eventos como éste en el cual festejamos los 25 años. El público no es tonto y cuando puede ver un espectáculo de Macocos a otro valor de entrada, va. Pero cuando estrenamos un espectáculo en calle Corrientes, ya estamos en esos valores.

 

GW.: -Que, por otra parte, son los valores que ponen esas salas. Son las reglas de juego.

 

M.Z.: -En cuanto al trabajo, nosotros tenemos el foco puesto en hacer teatro para la gente, para nosotros y por acá, por estas latitudes. Vamos a empezar a ampliar y llegar hasta?Misiones -risas-. Paraguay, Bolivia –risas-. Hacemos teatro para la comunidad en la cual vivimos. Quizás eso se amplíe a otras comunidades. Pero el público, cuando nos viene a ver, advierte un trabajo de observación e investigación sobre el lugar en el que está viendo el espectáculo. Me parece que cuando la gente se acerca sabe que viene, de alguna manera, a verse.

 

D.C.: -Hay mucho de humor de costumbres en nosotros.

 

-¿En los últimos años hay más referencias a la Argentina en los espectáculos?

 

M.Z: -Son referencias sutiles. Se dan así, te diría, en una función u otra. A pesar de esta característica de hace teatro de acá, intentamos ser un poco más amplios. Cuando nos vamos de gira, tratamos de que nos entiendan

 

D.C.: -Con los años, comenzamos a intentar trabajar para todas las edades, para toda la familia. Está bueno que todas las generaciones se rían juntas. Ampliar, también, con el idioma neutro: escenas, mudas, por ejemplo. No quedarnos sólo en Buenos Aires.

 

-¿Cómo escriben? Años atrás se reunían a comer, tiraban una idea y otra y otra. En ese marco gestaban cosas. ¿Cómo funcionan creando ahora?

 

M.Z.: -Más o menos así. Tiramos un tema, chistes tontos, imágenes muy chiquititas.

 

G.W.: -Sí. Alguien tira un tema. Hay que ver cómo resuena en el resto. Sobre eso hay que empezar a tirar lecturas de cosas, música y después ir acotando esas ideas a unidades de juegos, a sketches?

 

D.C.: -Hay ideas que vienen más armadas que otras. Alguno viene y ya escribió diálogos?

 

-Todos aportan de igual manera?

 

M.Z.: -Hay espectáculos en los que escribe más uno que otro, pero después, cuando lo ponemos en el escenario, importa poco quién trajo lo primero. Siento que, en general, se sobrevalúa “la idea”. Yo me cago en eso. Las ideas sirven para algo muy chiquitito. Cuando estás actuando desaparecen en segundos. Después, es todo laburo. El espectáculo surge de los roces. Del ensayo, de tirarlo a la basura y hacer otro espectáculo.

 

D.C.: -Hay un camino larguísimo desde esa idea que entusiasmó a los tres y el resultado de los personajes haciéndolo. Como somos un grupo de actores, hay, desde la primera idea hasta el resultado, millones de traducciones que hace el cuerpo en movimiento Es verdad que necesitás la idea para empezar, para ponerte en movimiento. Pero cuando ponés el cuerpo, éste empieza a contar otra cosa. Además ése es el lugar que nosotros mejor manejamos, cuando el personaje te termina de decir “¡Ah!: esto era así”. Esto no significa que no haya chistes escritos de mesa que funcionen.

 

M.Z.: -Ésta es una de las cosas que más me interesa de Los Macocos: que las obras nunca sean escritas, sino reescritas todo el tiempo. Y entonces son versiones de versiones, de versiones. Aunque no cambien mucho. Y me gusta, también, que no haya una persona que se adjudique la obra. La obra es una bola que no tiene dueño.

 

-¿Y ustedes cómo describirían su estética? A mí me parece que están cercanos a un montón de géneros populares, pero mezclados. Hay un poco de los actores cómicos populares argentinos, un poco de clown, de teatro rioplatense. ¿Esto es conversado por ustedes? Alguna vez Daniel me decía que él, cuando le enseña a sus alumnos, más allá de cualquier otra indicación, hace que siempre tengan presente aquella vieja consigna de teatro que dice “hable fuerte y claro”.

 

D.C.: -Es que nosotros, más allá de que hemos actuado un poco en televisión, de que hicimos radio, soñamos con el cine, fuimos banda rock, somos, fundamentalmente, actores de teatro.

 

-¿Pero se reconocen en esta descripción que hago?

 

M.Z.: -Absolutamente. Me gusta el grotesco, el circo criollo, el sainete. Y todo lo que es nuevo viejo teatro de los ‘60.

 

G.W.:-Además, eso tiene que ver con la escuela que tuvimos.

 

D.C.: -Nunca fuimos estudiosos del teatro, ni intentamos copiar nada. Y un día, después de haber hecho La fabulosa historia de los inolvidables Marrapodi, nos dimos cuenta de que hacíamos teatro de acá. Y de que esos que aparecían eran los Cinco Grandes del Buen Humor, por ejemplo, aunque nosotros jamás habíamos sido muy curiosos respecto de quién había sido Jorge Luz o el Pato Carret. Mucho menos respecto de los Podestá. Y sin embargo éramos, en el espectáculo, los Podestá. Era como si hubiese habido una huella digital y una intuición. Hoy sentimos que somos un grupo que hace el teatro que se hizo acá siempre. Como si alguien nos lo hubiera transmitido. Quizás nos lo transmitió Operación Ja Ja, un día que lo vimos, o tal vez Alberto Olmedo. Quizás fue Pepe Biondi, o bien Rolando Rivas taxista. Quizás fueron los discos de Les Luthiers. Son esas cosa que la familia miraba. Eso en algún lado está.

 

-Quizás por eso sea que tiene como una especie de hinchada?

 

M.Z..: -Por eso son tan molestos, ja, ja. ¡Nooo! Antes eran más molestos -risas-.

 

G.W.:-También están aquellos que son fanáticos de Marrapodi y que cuando vienen a ver Pequeño Papá Ilustrado te dicen “¡Ah!, pero me gusta más Marrapodi”. Y al revés también. Después se va agregando un público nuevo.

 

M.Z.: -Creo que el teatro popular tiene cierta hinchada.

 

-¿Cómo pudieron adaptarse a un nuevo director luego de la muerte de Javier Rama, quien había formado parte del grupo durante muchos años? ¿Por qué eligieron a Julian Howard para esta tarea?

 

M.Z.: -Julian había sido docente nuestro. Es un referente muy cercano.

 

D.C.: -Lo primero nuevo que encaramos fue el Don Juan. Tuvimos la idea de abordar un clásico, que es un material que, de alguna manera, contiene, y para hacerlo llamamos a actrices amigas, a un escenógrafo amigo y al maestro, para sentirnos contenidos. Más adelante, hacer Pequeño Papá Ilustrado, que fue el primer espectáculo con nuevo formato (nosotros tres solos), fue todo un acontecimiento. Y ahora Julian participa como director invitado.

 

-Es decir que ustedes elaboran todo y él viene después y los dirige.

 

M.Z.: -Julian se adapta muy bien a esto de que todos participan de la dirección. Quizás otro director no se hubiera bancado eso. Nosotros ya nos conocemos tanto, que

muchas veces sabemos qué es lo mejor. Y por eso nos metemos en cuestiones de la dirección.

 

D.C.: -Claro. Esto es por la importancia que tiene el actor en nuestro trabajo. El director tiene que acoplarse a eso. El actor no es un instrumento, sino un creador. Nosotros, como actores, somos los que venimos pensando el espectáculo desde la primera mesa. No sé si es más fácil o más difícil, pero lo nuestro tiene esa marca.

 

-Pregunté, más que nada, porque supongo que hubo un cambio en la forma de trabajo y además, porque seguramente hubo allí una fuerte decisión de seguir, a pesar de lo que les pasó.

 

D.C.: -Sí. En el momento en que murió Javier uno no sabía que iba a pasar. Parar no paramos. Hicimos una reposición de Marrapodi rápidamente y llamamos a Alejandro Zanga porque dijimos “¿Cerramos Macocos?” Y lo que nos salió fue “Pongámonos a hacer, que es lo que nos salva”. Y después ya vino el Don Juan y anduvo re bien y fue muy fluido hacerlo. Vino la posibilidad del libro (hicimos un libro que salió para el día del padre?).

 

M.Z.: -Editorial Sudamericana nos pidió que recopiláramos material de Pequeño Papá Ilustrado (mucho más material del que hay sobre el escenario).

 

D.C.: -?Y bueno. Estuvimos haciendo eso, y unos micros para Canal Encuentro, para Paka Paka. El público acompañó y acompaña?, hemos tenido un éxito a nivel comercial que superó nuestras expectativas. Así que? los accidentes de 2007 quedaron atrás.

Y hoy ya estamos con dos proyectos nuevos, que esperamos hacer el año que viene.

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