Gritos y silencios del Varieté

 

Es probable que, tal como les ocurrió a los autores de este compilado de notas, en algunos lectores surja la pregunta: ¿Por qué escribir sobre Varieté?
Por supuesto, que esta pregunta no es en vano y más aún si analizamos, o al menos echamos un vistazo superficial, sobre el poco material de índole teórico, crítico, histórico e incluso periodístico que hay sobre este tema. 
Tal vez este silencio y ausencia de textos sobre el varieté se relacione con que este género o formato teatral fué callado por la crítica, por la historia y por grupos de intelectuales que históricamente han mirado hacia otro lado, o que lo han condenado por sus orígenes populares o por su principal pretensión: que la gente la pase bien.
Sin embargo, ese silencio no impidió que este género teatral, llegado a principios del siglo pasado al Río de la Plata, se tocara con otras formas teatrales, se desarrollara y evolucionara hacia distintas direcciones. Quizás ese mismo silencio le permitió crecer en voz baja en los sótanos y subsuelos de las épocas de represión más dura en nuestro país, y volver a gritos a mediados de los 80 para reírse y parodiar críticamente todo lo que ocurría allá arriba. 
De todos modos, y muy lejos de pretender una revisión histórica y teórica sobre el varieté, lo que no podemos negar es su constancia y permanencia. Hoy nos encontramos con una diversidad de espectáculos teatrales que se desarrollan en este formato o que toman algunas de sus características y procedimientos. Los vemos incluidos en un circuito comercial o fuera de él; en un teatro de la Avenida Corrientes o en muestras de estudiantes de teatro; detrás de alguna puerta escondida en el barrio del Abasto, en un bar improvisado o bajo las luces de un coqueto boliche en pleno Palermo Hollywood.
Una gama que va desde docentes, directores y actores especializados en varieté hasta espectáculos que solo toman su nombre. 

 

La variedad como denominador común

 

Sin terminar de contestar totalmente la pregunta con la que abrimos esta nota, surge otra y con más fuerza aún a la hora de abordar las distintas entrevistas y espectáculos sobre este tema: ¿Qué es el varieté?
En una mirada superficial a su estructura se podría afirmar que está conformado por números independientes entre sí separados por un apagón. Hilando un poco más fino, Raquel Prestigiacomo [i] plantea tres elementos básicos del género al menos en sus comienzos: el número cantable, el bailable y el cómico. La autora plantea que con el tiempo y para ganar espectacularidad, se van a ir incluyendo números de circo tales como  ilusionistas, acróbatas y contorsionistas; junto con atracciones exóticas como ventrílocuos y hombres de orquesta. 
De todos modos, hoy nos resulta más que complicado definir los elementos del varieté de manera exclusiva o excluyente, justamente por su cercanía, inclusión e intercambio con elementos de circo, clown, stand up y comedia musical, entre otros.
A propósito de los límites difusos con otros géneros, Ricardo Arauz, docente teatral y director del espectáculo Gargantúa Varieté, plantea que  “Tanto el stand up, clown y circo son géneros en si mismo, así como el varieté. Pero con la diferencia de que ellos pueden ser parte del varieté formando parte de sus números como cualquier otro género”.
Desde esta perspectiva, los espectáculos de Puerta Roja como Noches Payasas y Veladas Temáticas se incluirían dentro del varieté al conservar su estructura de números independientes, pero especializando el espectáculo en números de clown y números cómicos respectivamente (a parte de compartir también, como veremos más adelante, otras características en relación al público y recepción del espectáculo). 
Enrique Federman, Coordinador del Varieté del Centro Cultural de la Cooperación y con amplia experiencia en este género, también hace hincapié en la variedad de este tipo de espectáculos y las posibilidades que esta otorga para lograr un público distendido y expectante durante toda la función, ya que da la posibilidad de que, en la diversidad de propuestas, al menos algún número lo conmueva.
Otro aspecto que parece intrínseco al varieté es el dinamismo que, como nos cuenta Arauz “por el poco plazo del que se dispone, permite agilizar la creatividad”.  Como se verá en algunas de estas notas y espectáculos, el breve tiempo en el que deben desarrollarse los números (por lo general no más de 10 minutos), se convierte en algo más que un desafío temporal.
Sea un número de magia, como el del fascinante Mirko en el CCC, o un monólogo, como el de la desopilante Karina K en Noches Vareadas; los artistas se presentan con una intensidad tal que permiten la atención permanente del espectador y una fuerte comunicación con él.
Desde el punto de vista de la realización, este aspecto plantea otras preguntas, por un lado en relación con el trabajo de los artistas con su propuesta y por otro, con el trabajo de dirección de todo el espectáculo. 
Al ser una sucesión de números independientes: ¿Existe un concepto de dirección en el varieté? Ante mi pregunta Quique Federman rápidamente aclara: “en el programa no dice que soy Director del espectáculo, sino Coordinador”, y es verdad. Sin embargo, nos cuenta que hay una mirada global sobre el espectáculo y su puesta en escena que se relaciona no sólo con el orden en el que se van a desarrollar los distintos números, sino también con la música, la iluminación, salidas y entradas a la escena. En este varieté particularmente, se logra que el espectáculo no decaiga en ningún momento y que todos los números mantengan la atención y fascinación del público (incluso en mí que, debo confesarles, nunca me entusiasmaron los magos).
Pero al igual que en el resto de los varieté, hay algo que irrumpe con más fuerza y que supera las instancias del director y autor: la presencia del actor. El juego del actor con su cuerpo, con el espacio, el vestuario, la música y los objetos adquieren una importancia primordial en este tipo de espectáculos que busca de una decodificación y efecto inmediato por parte del público. Vemos como la sola presencia del personaje de Pablo Palavecino, con una teta más arriba de la otra y anteojos de culo de botella, arranca carcajadas en la platea al segundo de salir a escena.
“Pero todavía no vimos lo mejor” dice algún personaje que encara el papel del presentador y que está presente en más de un varieté. Esa es la expectativa que crea la sucesión de números en el público y que lo dispone a esperar algo totalmente distinto en el próximo. Pero, como espectáculo de carácter popular, no del todo desconocido.
Así como El variado varieté del Patio del Angel se percata de que aparezcan todos aquellos números y disciplinas que no hubieran faltado nunca en un estilo de varieté de otras épocas, vemos también varietés especializados ya sea en lo musical, en clown, circo, stand up y otros. De esta forma, y como más adelante nos aporta Damián Dreizik, el formato de varieté solo se convierte en un soporte y lo que debe ser bueno es su relleno. 
De todas formas, en el panorama de notas y espectáculos que se abordaron sobre el varieté, el único denominador común es la variedad. No solo en lo que respecta a la estructura del espectáculo, sino a la variedad de salas, horarios, precios, espectadores y calidad. 

Algo más que teatro

 

En su origen francés el varieté no se encontraba justamente en los teatros, sino que consistía en representaciones callejeras o en tabernas. Recién en el siglo XIX pasa a estos edificios perdiendo un poco su carácter licencioso anterior [ii]. Hoy este género no es exclusivo de un modo de representación particular, pero en la mayoría de los espectáculos, no se pierde el carácter de evento, de fiesta, o al menos de “algo más que teatro”. Incluso en los teatro o salas tradicionales, en donde la gente no va a tomar, comer ni fumar, el varieté no termina nunca en la cuarta pared del escenario.
La comunicación y participación del público es fundamental, como también el “ambiente” que se crea alrededor de él. Sea en un teatro, en un bar o en un galpón; sea con una entrada cara, gratis o a la gorra; el tipo de público es diferente al igual que sus expectativas.
Por ejemplo, la cita en Veladas Temáticas comienza mucho antes que se abran las puertas de la sala propiamente dicha. En su mayoría es un público adolescente y conocedor de los personajes que van a ver. La función se mezcla con la música, el locro y el vino, los espectadores entran y salen de la sala, le hablan a los actores durante la función y todo confluye hacia un lugar de encuentro.
En algunos caso, si el teatro no va a el bar, el bar va al teatro. Quizás sea el caso del Variado Varieté, Sonidos de Mujer y Gargantúa Varieté, en donde se crea el ambiente distendido con las mesas atendidas por los propios artistas. 
Sin hablar de un “auge” del varieté vemos que este género se propaga y resiste en los más variados rincones de Buenos Aires y carga en su mochila con las más difíciles y fascinantes tareas. No solo es hacer reír y pasar un buen momento a los públicos más heterogéneos, que no es poco, sino también estimular su capacidad de asombro e ilusión en el mundo en el que vive. Su misma variedad y encanto nos despierta preguntas en las que a continuación, y lejos de ofrecer respuestas certeras, nos introduciremos a través de las distintas notas sobre espectáculos y artistas de este género del cual tan poco se habla y mucho se disfruta.

NOTAS:
[i]
PRESTIGIACOMO, R: En busca de la Revista Perdida. Entre monologistas y bataclanas, Bs As, Colihue, 1995
[ii] SOSA CORDERO, O: Historias de las varietés, Bs As, Corregidor, 1978

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