Sábado, 03 de Enero de 2015
Martes, 29 de Mayo de 2001

Oscareana

Por Sonia Jaroslavsky | Espectáculo Oscareana
Hacer un homenaje a alguien significa, de alguna forma, rendirle honores a una persona que, para muchos o para algunos, los merece por algo. La obra Oscareana tiene la intención de constituirse como homenaje y, de alguna forma, reivindicación del escritor irlandés Oscar Wilde (1854-1900), con motivo del centenario de su muerte, conmemorado el pasado 30 de Noviembre. El grupo Siete + X, jugando un poco con el título de unos ensayos publicados por el autor bajo el nombre de “Oscariana”, materializa su obra Oscareana en el sentido de ir construyendo el homenaje a través de algunas escenas de diversas obras que intentan reflejar el espíritu de este escritor tan odiado y amado a la vez. La directora Roxana Caballero ideó una puesta que va entrelazando vida y obra de este autor, (vida y obra de Oscar Wilde parecen no poder distanciarse). Personaje enigmático, irónico, sagaz, extravagante –si pensamos que estaba inmerso en la monarquía moralista de la Reina Victoria (1837-1901), una época en la cual la conducta moral, las elecciones artísticas e ideológicas no eran cuestión personal, sino que todo estaba supeditado y dirigido por el poder monárquico reinante–. Oscar Wilde, propulsor de las ideas del arte por el arte, ideas que no se agotan en la adoración de la obra, sino que la atraviesan y se convierten en expresión cuestionadora de la revolución industrial. Cuestionadora bajo la pregunta de si el progreso trajo realmente riqueza. Según O. Wilde, la trajo para algunos pocos, y demasiada exclusión para unos cuantos. Así, desde este lugar comprometido desde el que aborda su obra, se convierte en peligrosa influencia para “la moral de la sociedad victoriana”. Escenario a la italiana. Con la escenografía se intenta lograr ese tinte victoriano a través de algunos muebles dispuestos en una sala de estar. El vestuario y la música también recrean esta atmósfera. Atmósfera que apunta a construir una escena ilusionista sin producir ningún tipo de ruptura. Las actuaciones con que se abordan las diversas escenas transmiten de manera homogénea la ironía, seducción y enredos que caracterizan a este texto. El problema es que en sus intentos por expresar el decir propio de los ingleses, utilizan una cadencia que resulta estereotipada. Se destaca la actuación de Fabián de Jesús en el rol de Oscar Wilde, (personaje – narrador, que ancla de alguna forma las diversas escenas) puesto que expresa la sensibilidad e ideología del autor, transportándonos a la esencia de sus sentimientos a través de los diversos textos que transmiten los padecimientos sufridos. Padecimientos, por la persecución encomendada por su homosexualidad e ideología. Desde la dirección, se plantea una dificultad: las marcas que se le imponen a este personaje, en los momentos en que transita, lee un libro o se detiene a escuchar las escenas que transcurren frente a él, resultan acartonadas y chocan contra la tranquilidad y emoción que el actor construye desde su personaje. La puesta intenta proyectar diferentes textos del autor (“El Abanico de Lady Windermere”, “La Importancia de llamarse Ernesto”, etc.), pero obtenemos como resultado prolongadas escenas que en su continuidad nos confunden, tornan algo complicado construir un sentido que apunte hacia una totalidad en el espectáculo, algo que apunte a lo cualitativo en vez de lo cuantitativo de su obra. Cualitativo en el sentido de trabajar una obra en su particularidad, atravesarla desde una formulación del presente, y llenarla de resonancias significativas para nosotros. Como hacer un homenaje sin caer en cierta solemnidad de museo. En suma, Oscareana tiene la sensibilidad y la ironía propia de Wilde, pero en su estructura contiene la melancolía del anhelo.
Publicado en: Críticas

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