Domingo, 11 de Enero de 2015
Miércoles, 18 de Octubre de 2006

Negra comedia

La parka, dirigida por Diego Corán Oria, es un espectáculo de comedia musical integrado por alumnos del último año de la carrera de Comedia Musical de la escuela de Julio Bocca y Ricky Pashkus. Aquí incursionan en el humor negro.

“Si hubiera sospechado lo que se oye después de muerto, no me suicido” Así se inicia un poema de Oliverio Girondo, poeta argentino (1891/1967). Una frase que discrepa con el sentido común, aquél del silencio de los cementerios.
Los chicos de La parka parecen continuar este juego en el que se quiebran los presupuestos, en relación al vínculo existente entre la muerte y el silencio. Poner la muerte en escena desde la comedia musical, es todo un desafío.
Nos proponen humor negro y una mirada lúdica en relación con la parca. Pero el humor  negro se restringe a lo temático, tal vez a las palabras que circulan. El tratamiento del tema está lejos de eso. El resto es humor sin calificativo de color alguno.
A partir de una experiencia personal de cercanía con la muerte, el director de la puesta decide que el mejor modo de conjurarla es el arte. Un concurso es el motivo perfecto para poner “manos a la obra”, literalmente hablando.
Los integrantes de esta particular puesta, son un grupo que este año egresa de la carrera de comedia musical de la escuela de Julio Bocca y Ricky Pashkus. El mencionado concurso los reunió para trabajar.
Como Girondo, el director de La parka se propone desmitificar la muerte. Y elige una historia que se va devanando de a poco, que se construye pacientemente, que se arma como un rompecabezas...
Al principio no entendemos muy bien quiénes son, qué hacen, ni qué esperan. Comprendemos sí, que son un poco extraños, que esperan las tragedias con entusiasmo inusitado y que reciben con alegría a los “clientes”, extraño nombre para quien no elige nada en el mercado.

Después entendemos que los recién llegados no se sienten del todo a gusto en este lugar tan particular que, sin embargo, parece tener todas las comodidades. Ya se sabe: en algunos casos no hay derecho a reclamo, aunque siempre es posible intentarlo.

Para que la historia sea completa, el amor también entra en el juego. Y el amado decide sacrificarse en pos de su amada. Aunque el resto de los personajes parece tomarlo poco en serio, como suele suceder en el teatro, el joven que ama tiene una posición seria,  actitudes un poco formales y, tal vez, un poquito patéticas frente a la mirada de los otros.

Como es de esperar, todo lo que sucede es imposible de predecir, La parka no hace otra cosa que sorprender a sus espectadores, y si no habrá qué ver con qué método tan particular la muerte desafía al amante

Y hasta acá llegamos con lo que se muestra. Porque la obra de Diego Corán todavía tiene muchas sorpresas que es necesario no revelar.
Habíamos comenzado estableciendo un vínculo cercano entre la propuesta del poema de Girondo y La parka. Sin embargo, en el cierre los caminos se bifurcan. El texto poético concluye “¡Ah, si yo hubiera sabido que la muerte es un país donde no se puede vivir!”.
Para saber cuál es el sendero que proponen tan peculiares personajes, habrá que verlos. No queda otra posibilidad...
 

Publicado en: Críticas

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