Sábado, 03 de Enero de 2015
Lunes, 02 de Octubre de 2000

De Hormiga Negra a Hombre Hormiga

Por Sonia Jaroslavsky | Espectáculo Hormiga Negra
El director Lorenzo Quinteros junto a Osvaldo Lamborghini se habían interesado, allá por el año 1975, en la literatura de Eduardo Gutiérrez, “aristócrata que se entretenía escribiendo historias de gauchos”. El golpe militar, sumado a la falta de recursos, interrumpió los ensayos. Posteriormente, Lamborghini fallece en el exilio. La obra, que ahora se cristaliza en el Teatro El Doble con la puesta de “Hormiga Negra” se basa en los viejos apuntes, a los que Quinteros da forma definitiva apoyado en la dramaturgia de Bernardo Carey. Eduardo Gutiérrez (1851-1889), fue autor de folletines sobre héroes marginales, tales como el "Juan Moreira”, “Juan Cuello” y el aquí mencionado “Hormiga Negra”. Escribía entregas semanales para el diario “La Patria Argentina” de Buenos Aires. Lo que caracteriza a este autor es que sus personajes eran reales, gauchos perseguidos, héroes de campaña, o asesinos de orgullosa reputación. Se dice que algunos de estos corajudos tuvieron la oportunidad de acceder a los escritos del periodista. Hay que reconocer que el patricio conocía al dedillo los códigos del escenario rural del siglo pasado, que le fascinaba con romántica obsesión. Hormiga Negra era el sobrenombre de un gaucho llamado Guillermo Hoyos, quien, por aquellas épocas, infundio pánico por la zona de San Nicolás, donde vivía. Gutiérrez emprende así un trabajo investigativo, basado en documentos policiales y no en materiales ficcionales. De esta manera nos encontramos con la reconstrucción de un relato oral (el de la fama de este gaucho bravo) trasladado a la escritura. Através de su publicación en el diario, la leyenda sé verosimiliza, se actualiza y se transforma en noticia. La obra cuenta la vida de Hormiga Negra y las causas de su decadencia: No se convierte en gaucho malo por vicios, sino que poco a poco ira juntando bronca, primero hacia su suegra (por no dejarlo casarse con su Marta), después contra su padre quien lo provoca y lo humilla, hasta salir del circulo familiar, donde el odio y el rencor se proyectará (en forma de tajos, hachazos y golpes de boleadora) sobre los policías que lo acechan, ira in crescendo, llegando a su punto álgido con el asesinato de un juez y un rosario de condenas. De gaucho heroico, ansioso de justicia, pasara a ser un simple trabajador explotado, un caballo domado, sin esperanzas de libertad. En la puesta, lo interesante o atractivo resulta del estilo utilizado, que remite al drama gauchesco, que nace y renace en dos momentos esenciales de la historia nacional, los años de la independencia y el periodo optimista de la organización. Se hablaba una lengua colorida, incorrecta y franca que se acerca riesgosamente a la oral, los antiguos gauchescos escribían como hablaban o como oían hablar. Primero fue pantomima y drama hablado después. También a través de un pequeño escenario, parecido a un teatrito ambulante (que evidencia el recurso de teatro dentro del teatro), los personajes parecen títeres manejados por el autor, que con gestualidad exacerbada, cobran una dimensión caricaturesca. Así en un pequeño espacio teatral se logra desplegar satisfactoriamente diferentes ámbitos, el de la casa materna, la pulpería, el campo, y el ranchito matrimonial. Las secuencias donde se utilizan dagas, boleadoras y facones, merecen atención, puesto que se integran perfectamente a todo un lenguaje corporal que nos remite al imaginario gauchesco. Así, las escenas de peleas, violaciones o muertes cobran gran credibilidad acentuando la ostentación de estos personajes. Los bailes, canciones, sonidos y olores se integran con soltura a la historia, sin detener la acción. En una dimensión espacial, la daga, es parte viva del cuerpo de Hormiga Negra, se desnuda, se cuida y penetra, y a su vez, es el instrumento con el que se desafía y marca autoridad. La daga es más segura que la justicia y más firme que la amistad, como diría el gaucho Juan Moreira. La obra se actualiza por tocar temas tales como la libertad y la injusticia, bien puede ser el gaucho, bien podría ser cualquier marginado en la orilla de esta ciudad.
Publicado en: Críticas

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