Sábado, 03 de Enero de 2015
Miércoles, 02 de Marzo de 2005

Cincomediantes (¿monólogos de humor?)

Por Karina Mauro | Espectáculo Cincomediantes
En la era post Seinfeld, el stand up crece geométricamente en las salas porteñas. No es que en Argentina no existiera tradición en el monólogo hasta la llegada de este género. Podríamos referirnos a la Revista y sus capocómicos (Pepe Arias, por citar un ejemplo), Carlos Belloso y sus unipersonales, al clásico Tato Bores en TV o incluso a las lecturas de Marcos Mudstock en Les Luthiers. Ninguno de ellos se acerca a lo que es el stand up y ninguno ha creado un género en sí mismo, quizá porque su excepcionalidad los ha vuelto irrepetibles. Pero vale este prolegómeno como para recordar que aquí hubo, hay y habrá actores con la capacidad suficiente como para pararse solos con su alma frente al público y despertar su hilaridad antes de la llegada del stand up a nuestras costas. Pero por alguna razón, de un tiempo a esta parte, quienes cultivan el monólogo han decidido encolumnar su labor detrás de la denominación stand up. Entonces el espectador no puede dejar de comparar estos espectáculos con el referente más inmediato: el norteamericano. Y al hacerlo tendríamos que destacar ciertos aspectos que el mismo requiere. Podríamos referirnos a dos. Por un lado, un tema cotidiano y atractivo. Quizá la nimiedad y simpleza del tema es inversamente proporcional con su potencial de comicidad. Siempre y cuando se lo condimente con la cantidad suficiente chistes verbales como para lograrlo. En este sentido son fundamentales el conocimiento y la utilización del lenguaje. Por otro lado, un modo de enunciación correcto, que tiene que ver directamente con la presencia escénica del actor y sobre todo, con la absoluta ausencia de inseguridad respecto a lo que está diciendo. Esto es algo que no se estudia ni se enseña. Es una cualidad quizá intransferible, que forma parte de los misterios de la actuación y del teatro que tanto nos interesaría develar (propósito que excede a esta crítica). En cuanto a aquello que sí puede administrarse concientemente, preparación del tema y desempeño en escena no deberían responder a otra cosa que a una estrategia. Todo monologuista debe ser estratégico. A tal punto que su discurso no tenga fisuras que le permitan al espectador dudar ante la risa. Cincomediantes es el debut de un grupo de cultores del stand up. Como casi todo debut, posee aciertos y fallas en ambos puntos. El principal acierto es la elección de la sala Liberarte, espacio cuya ubicación geográfica, distribución espacial y características la convierten en oportuna para este tipo de espectáculos. En cuanto a la elección del tema, se destacan los monólogos que se dedican a describir las desventuras de un señor de baja estatura, de un asiduo concurrente al cine y de un sujeto preocupado por la etimología de las palabras. Sin embargo, sólo éste último consigue desplegar el argumento en un monólogo que explota las posibilidades de la temática elegida. En el primer caso, un modo de enunciación jocoso, que elige reírse de manera cómplice con el espectador en lugar de optar por la seriedad más absoluta ante las angustias que cuenta, le restan comicidad a las mismas. Y en el caso del cinéfilo, el desarrollo del tema se basa demasiado en imaginar una graciosa función cinematográfica hipotética en lugar de transformar en desopilante la descripción de lo que sucede en una función real. En cuanto al modo de enunciación, se destacan los monólogos del desocupado y, nuevamente, el del lingüista, quien resulta ser el más estratégico del grupo. En el primero, en cambio, se presenta el inconveniente de un tema algo errático. Lo mismo le sucede al soltero que describe sus dificultades para encontrar pareja. Echando mano del ingenio, la observación de lo cotidiano y algún que otro chiste conocido, Cincomediantes propone un acercamiento a un género de larga tradición en el país del norte, pero al que tanto cómicos como espectadores porteños recién están conociendo.
Publicado en: Críticas

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