Viernes, 18 de Septiembre de 2015
Jueves, 21 de Julio de 2011

El amor en los tiempos de escuela

Por Mónica Berman | Espectáculo Marisa y Simón

"Este amor está solo.
El sábado le cuelga a los costados.
El tiempo de no verte
le va grande;
le sobra- por sobrar- de todos lados." Elsa Bornemann. 

Llegan las vacaciones de invierno y la cartelera teatral estalla de propuestas infantiles. Como sucede con las otras propuestas (las de los grandes), hay para todos los gustos, para todos los bolsillos, para todas las ideologías, para todos los intereses. Sucede que, en este caso en particular, los grandes elegimos por los chicos y si es difícil elegir como espectadores qué ir a ver, cuánto más difícil es qué ir a ver con los chicos. Sí: juntos. Porque entiéndase: si el espectáculo es bueno, es bueno para los adultos y para los chicos (como la buena literatura infantil), así que el adulto también se tiene que preparar para disfrutar, para reír, para emocionarse, para pensar o para lo que sea.

Reconozco, a esta altura, que esto no tiene formato de reseña, pero si uno es lector de "Alternativa Teatral" y llegó hasta acá, algún interés por el teatro tiene. Entonces también tiene, al menos, el interés de que los teatristas sigan teniendo espectadores. Doble interés, entonces, por el público actual y por el futuro. Unas palabras más y voy a la obra. Diga, lector, sin repetir y sin soplar, "infantiles que estén en cartel en este momento". No me refiero a lo que iría a ver con sus chicos, sino a lo que conoce por difusión multiplicada al infinito. Entonces, dedicarse a escribir sobre esta bella obra tiene cada vez más sentido.

Ahora sí. Marisa y Simón es una propuesta conjunta de Claudio Martínez Bel, en dramaturgia y actuación y Silvina Grinberg, en coreografía y dirección. Si tenemos datos de sus carreras, el primer asombro surge de encontrarlos juntos en una propuesta para toda la familia. Una agradable sorpresa.

Recordemos que la sala María Guerrero tiene telón, así que, cuando éste se levanta, encontramos un espacio bastante particular: detrás hay una fachada plagada de ventanas, y una puerta en el centro. Delante, una reproducción de espacio escolar que entrecruza aula y patio (suma de bancos y mástil con bandera). Es decir, clarito se comprende que el espacio aporta signos para remitir a escuela, pero que la construcción está lejos de ser realista.

Los protagonistas de esta historia, actores y bailarines, asoman por las ventanas, pero las ventanas no siempre lo son, sino que devienen en espejo, es decir, delante del marco, actúan como si lo hicieran frente al espejo. Primera presentación.

El argumento es muy sencillo: un grupo de alumnos se dispone a presentar un acto escolar en el que bailará, y aparecen algunos problemitas en el ensayo. Todo cruzadito con una doble historia de amor.

Ahora bien. El relato es, apenas, una dulce excusa: el trabajo coreográfico, los juegos corporales (hay que verlo a Martínez Bel mostrando cómo no puede bailar), el humor que insiste en todos los rincones.

No es habitual (aunque exista, sí) el cruce entre el clown y la danza y en este caso en particular el resultado es absolutamente increíble. Tampoco se dan en demasía -Teresa Duggan es una honrosa excepción- las oportunidades para que los chicos vean danza que les esté destinada, así que el espectáculo tiene todos los condimentos para ser una gran propuesta para ellos.

Eso sí: fíjese bien si llevó un chico en edad escolar y lo descubre con una sonrisa de oreja a oreja, observando la historia de amor…. No sé, quién sabe, ¿no?

 

Publicado en: Críticas

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