Martes, 06 de Enero de 2015
Miércoles, 01 de Noviembre de 2000

Mejor solo que mal acompañado

Por Laura Mantel | Espectáculo La cena

Las cenas ocurridas en los encuentros, casamientos y posteriores vidas conyugales de dos parejas, sirven de pretexto para hablarnos del amor... o de la necesidad de amor. Para ello el director Franco Verdoia eligió utilizar un lenguaje paródico y personajes estereotipados.

Situaciones simples y cotidianas producen una inevitable identificación en el espectador. La obra parece plantarse dentro del humor hasta que ciertas situaciones se colocan en un territorio más “serio”, donde el espectador recibe el impacto del cambio a un lenguaje más violento, que daría cuenta de la intención del director de decirnos que esos son momentos de “verdad”. Esta intención está reforzada también en la elección del acompañamiento musical, ya sea el ejecutado en vivo como el grabado, que se utilizan para remarcar los momentos de mayor intensidad dramática.

No parece haberse puesto demasiado cuidado en la elección de los objetos escenográficos así como tampoco en la resolución de los cambios de escena. Esto aleja al espectador y deja a la obra ante el peligro de caer en un lugar un tanto ingenuo.

Los conflictos entre los personajes por momentos se tornan algo obvios. Esto mejora cuando se profundiza en relación a los códigos internos propios de cada pareja, que les dan identidad. Estos son los momentos donde se alcanza a vislumbrar el mundo propio de cada una de las dos relaciones donde comienzan a diferenciarse, hacen a su conflicto “particular” y ya no son dos parejas hablando de la imposibilidad del encuentro, si no, de la imposibilidad de encontrarse ellos mismos. El peligro es llegar a pensar que la misma historia se podría haber contado con una sola pareja. Desarrollar lo que diferencia una relación de la otra alejaría este problema y daría al material un carácter de mayor produndidad. Ninguna de estas parejas parece amarse desde el principio, eso anticipa el final, ya desde el comienzo. Son cuatro personas solas que necesitan estar con alguien, se les da la oportunidad y la toman. El resultado es inevitable: ahora la soledad se vive desde el otro transformándose en espejo de la propia miseria.

Si bien las actuaciones (algunas más que otras) logran ciertos momentos interesantes y efectivos, la estereotipación de los personajes los coloca en lugares poco profundos y nos hace pensar que la felicidad no es accesible para personas con ciertas características: “la gorda”, “el nerd”, “la linda tonta”.

El desarrollo de las situaciones quizás sea previsible, pero el ritmo no decae y esto logra que el espectáculo sea entretenido. El momento en que las parejas se se encuentran en el bar es muy atractivo, especialmente cuando se devuelven sus pertenencias y cuando los dos personajes masculinos se cruzan.

El espectáculo trabaja en una sola línea, la del fracaso. Ninguno sale ileso. Parecería decirnos que en esto del amor, no hay salida. Y en este sentido “La cena” no nos da la oportunidad de tener una esperanza al respecto.

Publicado en: Críticas

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