Lunes, 05 de Enero de 2015
Martes, 15 de Agosto de 2006

Crónicas de muertes anunciadas en el cine

Por Mónica Berman | Espectáculo Deceso en 8 mm

Deceso en 8mm es la ópera prima del grupo Masdrama. Leopoldo Barbieri, Martín Henderson y Diego Recagno, dirigidos por Gustavo Lista e iluminados y sonorizados por Francisco Hails, plantean un trabajo muy cuidado, muy ajustado y sumamente divertido.

El título de la puesta invita a una serie de muertes cinematográficas a hacerse presente. Y las muertes aceptan, en clave paródica. El juego escénico propone reconstruir lúdicamente algunos decesos clásicos del cine y, a diferencia de lo que sucede en ciertos casos en los que la parodia no funciona, porque se desconoce el elemento parodiado, aquí alcanza con el reconocimiento del género en cuestión  para entrar en el juego. Esto es, sobre todo, al principio. Una vez que el mecanismo se pone en marcha, los filmes particulares se acentúan, pero el espectador ya ha sido conquistado: ya reconoce al presentador, Máximo Soberano, y tiene en claro quiénes son Celestino Panyvino y Juan Lapeste. 
Primer acierto: cuando un recurso, como el que dio nombre al espectáculo, está a punto de resentirse por reiteración, lo cambian. Esta decisión, en un grupo que recién comienza, no es un dato menor. Por el contrario, es un gesto de inteligencia y de respeto hacia el público.
La puesta plantea un equilibrio entre el humor ligado a la acción (los gestos, los movimientos corporales, los desplazamientos espaciales, la hiperbolización respecto de la cinematografía aludida) y los juegos verbales, entre los que se destaca la reconstrucción falsa del habla traducida de las películas (los personajes prácticamente se comunican con el pretérito perfecto simple de manera exclusiva, lo que provoca un distanciamiento cómico, altamente efectivo).
Los chicos son divertidos, se manejan con mucha soltura en el escenario, construyen los estereotipos de manera absolutamente clara. Muestran un excelente estado físico, en una instancia que mejor será ver que contar, porque en cuanto se descubre lo que van a hacer de manera inminente, estalla la carcajada en el público.
Un renglón aparte merecen las luces y la música,  protagonistas fundamentales en la construcción de los referentes cinematográficos a los que se cita.
Es una puesta que no recorta de manera elitista a sus espectadores y que acepta de buen grado todo tipo de receptores, salvo, claro está, los que no sepan reír o los que no hayan visto en su vida alguna película norteamericana.

Publicado en: Críticas

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