Walter Sader

Walter Sader, 23 de mayo de 1962, Isla Verde, Córdoba.
Visto un poco de afuera hay dos versiones de este nombre. Una es el serio de apariencia hosca que mira desde lo profundo y hacia muchísimo mas allá mientras escruta cada circunstancia para abajo y para arriba.Y esta el papá de Candelaria.
En el origen común de los dos estilos como un camino y su bifurcación, el músico que es, que siempre quiso ser se nutre de sólidas convicciones y de ternura ambas vertientes.
Para los doce años era el director de la banda infantil de Isla Verde, naturaleza, instinto mediante, y ya tenía experimentada “mi mayor felicidad” en el cumple de once, cuando la mamá le regaló la primera guitarra criolla.
Su casa familiar era un buen lugar para escuchar folclore o Pink Floyd; para ensayar con los dúos, tríos y toda otra formación con vista a los actos escolares y a la alegría formal de las guitarreadas. Pero había mucho mas mundo fuera de Isla Verde, y a los 18 se movió a Córdoba con la excusa de estudiar.
“Cursé dos años de la Escuela de Arte de la Universidad pero me aburría y dejé. En 1982 montamos un espectáculo, “Vamos a andar”, que duró hasta el 89 éramos seis que salimos a pelearla en cooperativa y esa experiencia me provocó un clic en la vida que creo que me preparó para el encuentro con Los Tekis”.Anduvo un tiempo tocando con Ica Novo, le puso música a mucha poesía y en el medio fue y vino varias veces a Italia como director musical de “Soy Latinoamérica”.
Ya para entonces tenía María María, el pub que fue epicentro de la movida musical: “Me honra haber echo el lugar mas importante de la música cordobesa y si bien los que estaban de paso por la ciudad también tocaban, era el sitio de referencia de los músicos locales”.
Enamorado como estaba de su María María, resulta muy fuerte imaginarlo dejando por cinco tipos. Pero eso hizo y, diciembre de 1995, se sumó en forma plena a Los Tekis.
“En algún sentido era como volver a empezar pero se que lo coherente es jugarse siempre en una movida. Tal vez la edad y la experiencia me ayudan a veces a resumir las ideas colectivas, a sintetizar algo de esa química especial que siempre hubo entre nosotros, que somos seis personas bien diferentes”.
Los Tekis: prueba al canto de que el todo es más que la suma de las partes.
Compone de emoción, Walter, y en Latitud Sur, el estudio de la banda, graba mezcla, produce. Por el escenario transita de la percusión a la guitarra y genera algo que se pone muy conmovedor cuando esa mole firme hace una segunda voz o una tercera que, como el humito sube para dibujar los bordados que le faltaban al paisaje.

1 Espectáculos en los que participó