Juanjo Pestoni

Juanjo Pestoni, 25 de diciembre de 1975, San Salvador de Jujuy.
Si resulta cierto que los apus son los espíritus de la montaña, los guardianes de esta tierra, entonces es fácil imaginarlo habitado por media docena, mínimo, de ángeles de los andes. Puro cuero curtido, Juanjo vuela y sobrevuela el escenario redistribuyendo la potente energía Tekis al tiempo que los parches cumplen sus ordenes. La organización le resulta tan natural –planes, agendas, obligaciones– como esencial a la banda su método. Le exageran el galán los otros cinco al decir que no tiene corazón; sin embargo, es su pulso cordial el que marca el ritmo del redoblante y de los firmes pasos al frente. Buen alumno, quilombero, cuando se harto de clavar carpetas en los pupitres, de preparar para la patada pelotas plagadas de pesadas piedra y de derretir al sol los amados discos de pasta del padre, les procuro un mejor destino: a los once años armo una empresa de disc jockeys para fiestas de quince, bodas y bautismos.
“Con el Pipo –su primo– con el Adolfo –su hermano médico especialista en terapia intensiva- y un par de amigos, agarramos todas las grabaciones de valses, tarantelas y folklore que tenia mi viejo y empezamos a pasar música. Muchas veces nos corrió la cana mientras robábamos los focos del parque San Martín. Pintábamos de negro las latas de aceite para coches y, con celofanes de colores, las convertíamos en tachos de luz. Clavos alrededor de a bandeja del equipo, un contacto eléctrico y ahí teníamos, con el disparador de chispas, nuestras primeras luces secuenciales”.
Cuando a los doce llego a la peluquería de los Chañi a Juanjo ya le gustaba el bombo aunque, como cada uno de los Tekis, sabe bien que lo mejor es estar listo para tocar todo. Con muchas presentaciones a cuestas, con cientos de kilómetros recorridos y emancipado desde los quince, supo esperar al resto para mudarse en 1996 a la Córdoba que los llego a aguantar hasta ocho meses debiendo el alquiler: “Vivíamos los cuatro, con el Pipo, el Seba y el Mauro, en una casa de Nueva Córdoba. Todos los días, recién llegados del boliche, poníamos el despertador para dormir en la terraza la hora y media que daba el sol. No se nos escapaba ninguna promoción de jugos que trajera latas de atún, siempre nos la rebuscamos”. (Es altamente probable que estos hombres hayan sobrevivido merced a la paciencia y el cariño que despiertan entre las mujeres, los vecinos y los almaceneros). Tipo de confiar, habla lindo Juanjo de los códigos Tekis: “Nos queremos mucho. Ninguno tiene un ego de buscar sobresalir, el de la guita nunca fue un tema y, en cuanto a las chicas, esta claro que la novia es la que vale. Entre nosotros nos decimos todo; todo claro y discutido, si hace falta. Entonces, siempre esta todo bien”.

1 Espectáculos en los que participó