13/10/2007 14:51 Cecilia Felicitaciones a todos por la obra, esta buena
12/08/2007 03:31 Cecilia Ayer fui a ver la obra el perfume de la siesta, iba sin ninguna expectativa, lo unico que sabia que actuaban personas que se toman clases en el Sportivo Teatral, y de ahi me la recomendaron. Puedo decir la que la pase muy bien, hay muchos momentos donde todo parece un disparate pero uno pasa a angustiarce mucho, y a reir permanentemente uno no sabe si reir o llorar. Quiero recomendar esta obra, es una historia sencilla pero donde uno entra rapidamete en la vida de Tito, Martin y Celina- Mucha Suerte
06/08/2007 13:25 Juan Una muy buena obra, la verdad que la pasamos bien. Una historia tan cercana como disparatada. Mucha suerte. Muy buenas las actuaciones. La recomendamos
27/07/2007 14:29 Martín che mostro ¿no podías decir que te gustó, que la recomendas y ya? (me refiero a la opinión anterior) cosa que nunca terminas de hacer, ni decir. porque la idea es hablar sobre la obra, no chorear el espacio para satisfacer la necesidad narciSista de demostrar las supuestas facultades intelectuales....
LA OBRA ESTÁ BUENÍSIMA, VAYAN A VERLA, ESTÁ BIEN EN SERIO Y ES BIEN TEATRAL, DE ACTUACIÓN
10/10/2006 15:23 German J 2 ... decidió que espicharan los tres juntos..."
Cualquier suceso que se incluye en los diarios
contiene un valor agregado: los periodistas que
han construido la noticia a partir del
acontecimiento hacen un enorme esfuerzo por
relaciónarlo con algún aspecto de la realidad.
Aquel aspecto que nos compete a todos. Así, un
accidente automovilístico permite una referencia
sobre el estado de las rutas, el alcoholismo de
los choferes profesionales, la falta de
cinturones de seguridad; Un secuestro extorsivo
deriva en un debate de la calidad institucional
de la policía, las leyes de prescripción de
causas, del sobreseimiento, de la situación
social en los lugares que sirven de aguantaderos.
Su un joven mata a unos compañeros de escuela con
el arma de su padre, se pasa a debatir sobre la
violencia en la educación, de la facilidad para
acceder a un arma, de la falta de contención de
la juventud. ¿Y si se trata solamente de un
accidente, de que alguno secuestró a otro por
plata, de que un loco mató a unos jóvenes?
El caso en cuestión, peladito y ausente de
referencias sociales, bien puede ser interesante
en sí mismo: este es el caso de "El perfume de la
siesta". El espectador se tienta en encontrar
referencias sociales, psicológicas, políticas.
Acaso todo sea una metáfora sobre los
desaparecidos y la locura que genera la ausencia
esperanzada. Algún distraído puede suponer una
pintura aleccionadora sobre las consecuencias de
la ausencia de un padre y una madre en la salud
de los hijos. También -¿por qué no?- una diatriba
al funcionamiento de la "fe" en las sociedades
primitivas.
Pero despójemonos de tal necesidad: Tres hermanos
perdieron hace mucho a su madre quien
supuestamente se ahogó y su cadaver nunca fue
encontrado. Posiblemente ninguno comparta el
padre. En la espera de un milagro, uno de dedica
a la pereza unánime, a la roña y a la televisión;
otra a los novios ocasionales, a su profesión de
enfermera irresponsable y a seducir al más tonto
de sus hermanos, en una muestra del más pequeño
uso del poder doméstico. Finalmente otro se
entrega a los ejercicios paganos en la espera de
resolver sus problemas: el regreso de su madre,
el trabajo perdido, el secreto de su travestismo.
¿Para qué necesitamos más? Son los actores
quienes nos evitan la necesidad de contar con
más. Amos y señores de la escena nos ahorran el
trabajo intelectual de la tan mentada referencia
necesaria. Hacen verosímil aquello dificil de
creer y ese el trabajo del actor. Tal es así que
la directora -un trabajo delicado, perfecto- nos
ahorra su presencia al momento de los aplausos,
conocedora que lo que se está aplaudiendo es
aquello que se vió y no otra cosa
Hace años que los generos tetrales se mixturan.
En "El perfume de la siesta" hay grotesco, hay
comedia y hay tragedia y nuevamente son los
actores -alabados sean- los que logran justificar
un aspecto clave de este último género: la
muerte. En la tragedia la muerte se presenta como
identificatoria con el espectador, quien poco a
poco no encuentra otra salida que el suicidio o
el asesinto de los personajes. En cambio, en "El
perfume...", los actores renuncian a la
pretención identitaria y logran desear la muerte.
Hace rato que la desean y se conducen para
justificarla: "cuándo podré morir".