Opiniones sobre Quien lo probó lo sabe

  • 30/07/2016 09:57
    Mercedes C 14
    Excelente ! Un texto muy bien armado y una actuacion impecable
  • 30/07/2016 00:28
    Gladys 18
    EXTRAORDINARIA!!!!!!
  • 17/07/2016 17:53
    Liliana B 32
    Excelente puesta en escena: sufrí, reí, me entusiasmé. Todas las emociones juntas gracias a una actuación inolvidable. Felicitaciones al actor y a todo el equipo.
  • 11/07/2016 15:43
    Adriana 12
    Obra excelente con la actuaciòn imperdible de Mariano Mazzei, quien deja todo en escenario.Vale la pena estar! Texto difìcil de Mariano Moro interpretado con la excelencia ,como siempre, de Mariano Mazzei.Gracias por hacerla!!!
  • 02/07/2016 01:09
    Susana 27
    Excelente! Me encantó!
  • 30/06/2016 03:17
    Martin D 2
    ¿Qué decir? Si dijese “ yo estuve ahí”, ¿sería demasiado dramático?
    Quizás…
    Pero ante una interpretación épica por parte de Mariano Mazzei, sobre un texto legendario de Mariano Moro, sólo se puede decir y agradecer el haber estado allí.
    Ambas “eMes” congenian en genialidad.
    Mariano Moro, su texto, es alquimia pura… Como seguidor de sus obras, podría decir que es finalmente en esta obra que lo ENCONTRÉ (y nosotros, sus fans, sabemos, por haber presenciado sus obras, que es un chacal difícil de encontrar en su propia ficción)…
    En esta obra encontré que nos cede una oportunidad de apreciar su oficio como si se tratase de un guiño. Es aquí, con Lope de Vega de la mano, en esta ocasión, y como alquimista de las letras, que se deja ver en otro… ¿Un personaje? Quizás… Pero principalmente en otro dramaturgo ancestral… En otro dramaturgo que no es ni más ni menos que Lope de Vega…
    Se identifica… Y por ende logra identificar a la perfección, como si realizara una selfie con maestranza de su arte, a Lope de Vega: su vida, sus dolores, sus bajas pasiones que a la vez son sus alegrías, su relación con el presente y su congoja ante la percepción de su propio talento, su oficio, él mismo, la matrioshka con la que el dramaturgo homenajea su propio arte… convirtiendo en príncipe y protagonista de sus andanzas y ficciones a quien ha sido creador de ellas. Una suerte de regalo teatral, artístico, una suerte de mimo a la propia autoestima del creador.
    En otro rincón del cuadrilátero: Otro Mariano… Mariano Mazzei… las cuerdas idóneas y afinadas del lutier… Pule y ahoga de expresión y vida cada nota y matiz del texto hasta convertirlo y adaptarlo a su semblante. Imagínense un cliente exigente que, ante la selección de un traje, le da pautas a su propio sastre para poder vestir a medida un traje para que le calce, pero no meramente “bien”, sino esplendoroso en función de lo que sabe que puede vestir sobre las tablas considerando la materia prima para la que nació…
    Ya…
    Suspenso…
    Ya…
    ¿No me creés?
    Hay que verlo.
    (¡Si ese niño no actúa! Ese actor sencillamente se sube al escenario y está poseso. No existe identidad más que aquel personaje al que optó por someterse. Todavía me sigo preguntando cómo hará para ser él mismo tras una simbiosis tan íntima con su papel. Ese tipo de actor se define con su nombre: Mazzei. Es extraño que sobreviva tras quitarse la piel… No interpreta… Se viste de interpretación. Al igual que un cantante entona una canción, su arte es afinar los matices de cada palabra… Brillante).
    Volviendo a la obra… ¿cuál podría ser la palabra que sintetizara la puesta en escena y que definiría cada función? Una sola… LEGENDARIO.
    Se dice que las brujas no existen pero que las hay: Las hay…
    Para no disentir con el dicho, sería casi secreto confiarles que empiezo a creer que en semejante arte de dos cómplices de la perfección existe un pacto endemoniado entre dos: un dramaturgo tan prolífico y a la vez talentoso que parece ser testigo de centurias… y; por su parte, un cómplice, su actor, que ha sido condenado a portar el rostro ficticio de aquellos personajes que interpreta a la perfección. Es tanta la facilidad con la que uno parece dominar la máscara, que es sospechoso que el otro domine con la misma meticulosidad la palabra. Como diría el sabio de Patoruzú: ¡cosa de mandinga!
    Lo prolífico de la verborragia artística, del repertorio dramático de Mariano Moro, parece provenir de un contrato sellado a la vieja usanza del estudio de abogados del Fausto.
    Mientras que su intérprete, Mariano Mazzei, (¿quién sino sería tan osado?) parece haber repercutido en nuestro tiempo como fiel personaje poseso, contemporáneo, cómplice e impúdico de un rostro sin rostro nacido para mimetizarse cabal y raudamente con aquellos personajes; hoy, a la vez y mientras tanto, el otro Mariano, el Fausto de Buenos Aires, paso a paso, se convierte día a día, función tras función, en el dramaturgo más importante pero no por eso menos discreto de una desagradecida Buenos Aires.
    En síntesis: ESPECTACULAR. ALTA CUISINE para las tablas de esta ciudad. A Mariano Moro y Mariano Mazzei juntos sólo les haría justicia un titular: PLACER. Es ver hoy lo que será antológico mañana. ¿Para qué esperar, no es así?
  • 27/06/2016 22:13
    Ariel C 72
    es la segunda vez que la veo, la primera fue hace 4 años. Es mas genial que antes